Muchos ceutíes que sinceramente sienten esta tierra, se están marchando, cansados o aburridos. Los sectores de población procedentes de la inmigración, asentados recientemente, y cada vez más numerosos, no se identifican con nuestras raíces históricas y culturales”; “La población ceutí musulmana la constituyen miles de personas con motivaciones y sentimientos muy diversos. Habrá sectores que se sientan españoles y otros que no”.
No, no son textos entresacados de la comparecencia de Carolina Pérez en el Senado, sino afirmaciones expuestas en la prensa por un Arostegui preocupado por las esencias locales y las lealtades. ¿Quiénes son esos inmigrantes que no se identifican con “nuestras” raíces? ¿Qué quiere decir con que hay musulmanes que no se sienten españoles? Es el mismo Arostegui que consideraba que la existencia de partidos como el de Mizzian suponían un fracaso de la integración (“Ceuta Información” 31/05/1995).
Todos estamos de acuerdo en que, ni en el fondo ni en las formas, la exposición de la ex consejera ha sido la apropiada para referirse a la problemática de una parte de la población ceutí que sufre en mayor medida la pobreza, el desempleo o el fracaso escolar, pero resulta difícil de digerir que este personaje, y otros salvadores similares, vayan dando clases al resto de la ciudadanía.
¿Cuántos musulmanes ha llevado Arostegui en sus listas electorales? Y algo similar se puede decir de Ali, en cuyo partido es prácticamente imposible encontrar a alguien que no sea de origen musulmán.
Del grupo árabe (que no de Arabia) socialista, mejor ni hablar, empeñados como andan en calificar de malos musulmanes a aquellos que optan por el PP, y que si damos por bueno este razonamiento religioso, deberían ser considerados malos cristianos aquellos que depositan su voto en el PSOE.
El problema para personas como Arostegui, que no duda en llamar racistas a todo aquel que vota a una opción de centro-derecha, es que el presidente Vivas ha tenido la suficiente cintura como para no enrocarse, lo que les ha privado de argumentos para prolongar una polémica interesada.
Esperemos que la convocatoria de concentraciones por la convivencia y la igualdad no acabe como aquella de 2006, en la que supuestos racistas acabaron agredidos por supuestos no racistas.