Existe una convergencia entre la realidad y lo fantástico por eso cuando cuentan cosas que salen de lo cotidiano, amenaza nuestro raciocinio y nos ponemos en defensa al no comprender lo que está pasando. Esta pista sirve para empezar a valorar los testimonios recogidos en nuestra ciudad hace ya unos pocos de años que por ser el personaje principal un actor muy venerado en Ceuta ha sido la causa por la cual me he arrojado en contarla en esta columna.
“Era un invierno con mucho frío y con lluvia intermitente. El paraguas como es lógico no valía para nada y tenía que ir con el chaquetón de agua bien afianzado hasta el cuello con el cabello y los pómulos al descubierto. Las manos metidas en los bolsillos para intentar estar secas y buscando un poco de calor. Estaba a la altura de la bajada de donde estaba antiguamente Jefatura de Tráfico, en Rampa de Abastos, junto a la Marina y allí me encontré a una persona mayor de unos cuarenta y tantos años, yo tenía por aquellos tiempos dieciocho añitos, quien los pillara otravez, recién cumplidos. Llevaba un abrigo gordo y un gorro antiguo y me dijo si podía acompañarlo. Como iba dirección hacia San Amaro pues accedí. Por el camino me preguntó por mi abuela que como se encontraba de los dolores de las piernas, y le dije que bien, ya que hacía muchos años se rompió la pierna izquierda y la tuvieron que operar varias veces. Luego me preguntó por mi padre si comía mucho y le dije que siempre había sido muy “melindrosa”, es decir, que comía poco y muy seleccionada las cosas. Finalmente me preguntó por la hora que eran las diez y diez de la noche, le contesté, y me preguntó por la fecha que era febrero de 1981 y entonces me dijo a la altura del Parque de San Amaro que tenía mucha prisa y que le dejaba y que muchas gracias por acompañarle hasta allí que fuera a su casa.
Unos días más tarde al trastearle en los chaquetones de mi madre le descubrí en un bolsillo una estampita de un hombre que se parecía muchísimo a la persona que había acompañado días atrás al Parque de San Amaro y le pregunté a mi madre quién era ese hombre y me dijo que Antonio Sánchez Prados. Seguí indagando perplejo y mi madre me contó la historia de quién había sido este hombre quedándome de piedra y sin decirle nada a mi padre para no preocuparla y meterle miedo del que a mí me había entrado. Estuve pensando durante mucho tiempo por qué había sido yo el escogido para ver a esa persona y no haber sido mi madre ya que yo no sabía nada de ella y una amiga me dijo porque era yo una persona afortunada y que tenía gracia. Lo de la gracia no comprendí y me explicó que tan solo los elegidos podía ver esta clase de cosas, siendo los más puros de corazón. Normalmente tienen contactos los niños porque mezclan fantasías con la realidad. ¿Entonces seré un bicho raro?. No solo eres un receptor del más allá. Un elegido, un médium, una persona en fin afortunada”.