Al príncipe de las tinieblas –con sus esbirros de turno, su corte de vampiresas y sus milenarios letargos en ataúdes– le han retratado desde mil ángulos: pariente cercano del Nosferatu que elevó a obra maestra Friedrich W. Murnau en los años 20 del pasado siglo y espejo –horrible metáfora para un vampiro–
de la última aproximación digna al personaje en el celuloide, la de Francis Ford Coppola, con un Gary Oldman creíble, un Keanu Reeves como casi siempre prescindible y una Winona Ryder almibarada a la que aún no le había dado –o quizás sí, quién sabe– por robar tarritos de fragancias en las perfumerías de lujo y complementos en las boutiques pijas.
Al Drácula que nació de la pluma de Stoker le han acompañado en su aventura centenaria versiones machaconas en el cine, el cómic y la literatura. Los ingredientes dan juego: oscuros personajes de la noche que se transforman en murciélagos, chupetones de sangre, aversión al ajo, repulsión a los crucifijos y finales sangrientos con estacas destrozando ventrículos y aurículas. Y como argumento colateral, dulces doncellas embelesadas por el halo del maligno que caen rendidas al primer bocado para desesperación de novios abandonados que claman venganza.
El conde que se divertía empalando enemigos –ojo, nunca diga en Hungría que Transilvania es Rumanía; es casi una afrenta nacional desde los tiempos del Imperio de Sissi y compañía– tiene también ahora versión flamenca. Se dejó ver anoche sobre las tablas del Auditorio del Revellín de la mano del grupo que capitanea Cristina Seguín, natural de estas tierras pero de raíces ya andaluzas. Con sus “niñas”, como definía a sus acompañantes ayer sábado en una entrevista publicada en este medio, se subió al escenario para quitar el envoltorio a su arriesgada apuesta. Flamenco y terror en el mismo cóctel. Música y drama sanguíneo. El terror clásico con argumento de quejío.
El resultado queda al juicio libre de la menos de media entrada que pobló las butacas. Si Stoker levantara la cabeza y lo viera igual se buscaba un ataúd en el que trasnochar.