La lluvia de piedras que sobrevoló el Tarajal el martes se ha colado –no podía ser de otra forma– durante los dos últimos días en los informativos de televisiones y emisoras de radio nacionales y ha ocupado también páginas en los principales diarios.
Aunque con ausencias notables –El País no le dedicó en su edición de ayer ni una línea–, el último episodio del Ceuta is different ha sido tratado al otro del Estrecho con más pulcritud que el ramillete de análisis sobre lo ocurrido en torno a la tragedia del 6-F, cuando la interpretación libre de los sucesos colocó en algunos medios de comunicación a los agentes de la Guardia Civil en el blanco de las críticas llegando incluso a insinuar que el mar se había cobrado la vida de los inmigrantes por efecto de los disparos de los agentes. Las crónicas en esta ocasión se limitan a plasmar que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado se esforzaron en contener a una muchedumbre que hacía volar desde el otro lado de la frontera todo lo susceptible de ser arrojado.
Salpicada o no de nuevo la imagen de la ciudad, quizás la más llamativa de las interpretaciones nacidas del caos fronterizo sea aquella que estos días han esbozado, a más de mil kilómetros de distancia, tertulianos y algún que otro medio nacional para hilvanar una peculiar teoría que conecta el lanzamiento de piedras y la revuelta de porteadores con la semilla del yihadismo. Lo deslizó, por ejemplo, José Oneto en Antena3 al achacar la violencia a la escenificación de un “yihadismo que anida en El Príncipe” y cuyas “trifulcas son parecidas a las de Palestina”. El mismo argumento aparecía ayer en opiniones de colaboradores de La Gaceta, la versión digital del desaparecido diario del mismo nombre que fuera buque insignia del ultraconservador grupo mediático Intereconomía. No se aportaban más detalles sobre los supuestos lazos entre uno y otro fenómeno, pero la teoría estaba ya lanzada y durante la tarde aparecía compartida una y otra vez a través de las redes sociales.
No menos curiosa es la conexión también detectada desde Madrid entre los sucesos de la frontera y la visita de Felipe VI a Rabat. En La Razón, Alfonso Merlos se preguntaba “¿No resulta llamativo que se generen graves disturbios en la frontera con Marruecos coincidiendo con la visita de los Reyes? ¿Casualidad o causalidad? Porque no es la primera vez que pasa”. Expuesta su duda, el articulista prefiere centrarse en lo ocurrido y concluye que Marruecos no hace sus deberes: “Al otro lado de la valla no se ven ganas de cambiar el actual estado de las cosas”. Sobre las causas de los disturbios, el menú también es amplio: mientras para la edición nacional de El Mundo el origen del malestar fue “la gran cola que se formó debido al aumento del tránsito con motivo de la Operación Paso del Estrecho, y a que los agentes marroquíes están siendo muy estrictos y minuciosos en los controles”, La Sexta y otras cadenas de televisión preferían optar por el aumento de porteadores asociado al incremento del tráfico de mercancías con motivo del Ramadán. La cadena de Atresmedia, en su programación vespertina, llegó a confundir a los marroquíes con “inmigrantes”. Desde las páginas de opinión de ABC, Jaime González descubre también que “el vocabulario del Estrecho tiene denominación de origen, un diccionario autónomo donde se cultivan palabras como CETI, xirga tridimensional o porteadores”.
Del otro lado de la frontera, ni conjeturas ni excesos en la difusión de imágenes. Para la mayoría de las televisiones marroquíes, los disturbios ni siquiera existieron. De hecho, muchos de los porteadores y empleadas de hogar que se vieron envueltos en los sucesos del martes aseguraban ayer que habían visto las imágenes a través de las televisiones españolas o en vídeos colgados en redes sociales.
El rumor de la supuesta fallecida
La supuesta muerte de una mujer atrapada en los disturbios de la frontera se convirtió el martes en el comentario más reproducido en Ceuta. Incluso medios digitales como Hespress.com daban por confirmada la noticia y elevaban a dos la cifra de fallecidos. Fuentes de la Delegación del Gobierno confirmaron que el Ejecutivo de Rabat no tenía constancia alguna de que la revuelta se hubiera cobrado vidas. Sin embargo, en las redes sociales se llegaba a lamentar las muertes y se apuntaba además la procedencia de una de las víctimas, que sería vecina de Castillejos y cruzaría a diario la frontera. Ninguno de esos extremos ha llegado siquiera a confirmarse. En informativos nacionales como el emitido por La Sexta, uno de los testigos de la avalancha asegura haber visto a escasos metros, en plena batalla campal, a una mujer herida grave a la que, asegura, habrían retirado para ocultar su muerte. Oficialmente, nada de eso ocurrió el martes.