Con 70 días ya de acampada a sus espaldas, el colectivo sirio que desde el pasado 5 de mayo escenifica en la Plaza de los Reyes su protesta dio forma ayer una movilización espontánea que acabó con unos cuarenta de sus integrantes congregados durante horas ante las puertas de la Delegación del Gobierno.
No había hombres, que se limitaban a seguir la escena desde la distancia, acodados en la barandilla cercana o en el campamento que en esos momentos, como cada mañana, era baldeado por los operarios de Trace.
La sentada la protagonizaron solo mujeres y niños. Casi cuatro decenas de ellos se aproximaron cuando pasaban pocos minutos del mediodía hasta la entrada de la representación de la Administración central en la ciudad para trasladar una vez más su queja: no quieren permanecer en Ceuta y reclaman, por enésima vez, la documentación necesaria que acredite su condición de refugiados de guerra y víctimas del conflicto civil que azota su país para dar el salto a la península. En la misma escalinata fueron interceptados por los agentes de la Guardia Civil, que les advirtieron de que no podían acceder al interior del edificio. Comenzaba así la sentada del grupo sobre la acera, que se prolongaría hasta pasadas las 15:00, cuando la Policía les aconsejó abandonar el espacio de la vía pública que estaban ocupando.
Durante las más de tres horas que abarcó la protesta, las mujeres y sus hijos –dos de ellos nacidos en Ceuta y de apenas unos meses– permanecieron sentados, en grupo, y en actitud pacífica, sin que en ningún momento se registraran escenas de tensión. Frente a ellos, los guardias civiles de servicio en esos momentos en el acceso a la Delegación del Gobierno, a los que se sumarían enseguida otros de refuerzo llegados en varios vehículos hasta llegar a sumar una decena de agentes. Los manifestantes no portaban pancartas ni insistieron en entrar en el edificio o entrevistarse con algún funcionario. Se limitaron, durante buena parte de la sentada, a lanzar los gritos y consignas que ya se han oído en numerosas ocasiones desde que ocupan la Plaza de los Reyes. “¡CETI no, CETI no!”, “¡Península, Península!”, “¡Madrid, sí!” y el ansiado laissez-passer, el documento solicitado para su pase a la península y cuya tramitación consideran que se alarga más de lo debido, eran los gritos más coreados desde el suelo.
Del otro lado, los agentes trataron de velar por la seguridad de los manifestantes espontáneos, que al ocupar la acera en grupo corrían el riesgo de ser golpeados por los vehículos que circulaban por la calle. También les advirtieron de que no podían ocupar la escalera –aunque finalmente dos de las mujeres y sus hijos acabaron sentándose en los primeros peldaños– y de que debían dejar espacio suficiente para garantizar el acceso de los ciudadanos al interior de la Delegación del Gobierno. Y de testigo, un sol que comenzaba a caer a plomo para dar testimonio de que el verano comienza a asomar con fuerza en la ciudad.
En torno a las 15:15, la Policía ponía fin a la protesta tras aconsejar a las mujeres y niños que depusieran su actitud. El grupo atravesaba entonces la calle y recorría los escasos metros que le separaba de la Plaza de los Reyes para retornar al asentamiento que comparten desde principios de mayo. La manifestación, reconvertida en sentada, había terminado.
La participación de los niños en el nuevo pulso a la Administración no ha pasado desapercibida. Según ha podido saber El Faro, la Guardia Civil ha instruido diligencias para determinar si existen indicios de delito en la utilización de menores durante la protesta. El informe, de hecho, ya ha sido remitido a la Fiscalía de Menores, que lo unirá al expediente que acumula sobre las medidas especiales de protección de los integrantes del grupo de menor edad. Un nuevo capítulo en una historia que se prolonga desde hace ya más de dos meses y con solución, al menos en apariencia, bloqueada.
Una mujer identificada y quejas de los viandantes
El único momento de tensión se vivió cuando una mujer que respalda al colectivo entabló una discusión con dos guardias civiles tras recriminarles que hubieran tocado a una de las niñas a la que éstos tan solo trataban de apartar unos centímetros para facilitar el acceso a la Delegación. Se le requirió el DNI y tras unos instantes de discusión en el interior de un vehículo le fue devuelto. Por otra parte, varios ciudadanos que transitaba por la zona se quejaron de la ocupación de la vía pública.