José Ramos se sentó ayer por última vez en su despacho de la barriada O’Donnell como presidente de la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos (FPAV).
En las próximas semanas volverá a pasar por la que considera su “otra casa”, pero el testigo del máximo órgano de representación de las 65 barriadas de la ciudad, el cargo que ha ostentado durante una larga década –más otros seis meses en los que lo hizo de forma accidental– estará desde hoy en manos de Juan Jiménez, presidente en funciones hasta las elecciones que se celebrarán el próximo 2 de mayo.
Ramos había convocado a media tarde a los líderes vecinales para certificarles que el próximo mes toca pasar por las urnas para elegir nueva Junta Directiva. Y confirmó también lo que todos intuían ya: esta vez no será candidato. En apenas unos minutos desgranaba el proceso que se abre ahora, con sus plazos legales, y se despedía entre aplausos. “Sólo quiero agradecer vuestro apoyo y pedir disculpas, en el caso de que me haya equivocado en algo, a quien se haya podido sentir molesto”, pronunciaba como improvisado resumen de dos lustros de gestión. Punto y final, o seguido, porque minutos después se ponía al servicio de la nueva cúpula que salga de la candidatura más votada “para lo que haga falta y en lo que se pueda ayudar”.
Entre los presentes había quien deslizaba ayer que el relevo es fruto, entre otros motivos, de la brecha abierta desde el pasado año entre los presidentes vecinales. Ramos, tajante, apuntaba a El Faro después de anunciar su marcha que ésta solo esconde un motivo: la escasez de tiempo que arrastra y que le impide compatibilizar su ocupación profesional con las riendas de la federación vecinal. “Tengo un trabajo que me absorbe casi toda la jornada, de lunes a domingo. No puedo seguir con las dos cosas. Es inasumible y no quiero engañar a nadie”, aseguraba en la explicación de su adiós.
Mientras estampaba firmas en documentos y recibía saludos, hacía balance del periodo completado, con examen de gestión incluido. “La Federación no es la de antes. Hemos creado un gran grupo de personas, de hombres y mujeres, que dan forma a esta Junta Directiva”, que considera ha estado presidida bajo su mandato por la “coherencia, porque para las barricadas siempre hay tiempo”. Agradece el respaldo de las asociaciones vecinales, la razón de ser de la FPAV y que durante esta década, pese a las diferencias “que siempre pueden darse”, le han arropado en las urnas con un umbral de votos cercano al 85 por ciento: “Sin ellos andaríamos poco. Son las que, en defensa de sus vecinos, nos aprietan para conseguir equipamientos, actividades...”. Echando la vista atrás, se siente “muy orgulloso” de la Medalla con la que la Ciudad les distinguió, “el máximo galardón al que se puede optar”, pero también de la creación e impulso insuflado a las Brigadas Verdes, “un proyecto que empezó con 35 personas pero que ahora “sustenta las nóminas de 145 trabajadores”. Entre los obstáculos excluye la supuesta división interna, que achaca a “discrepancias lógicas y debates” en los que, insiste, le gusta “participar”, pero entre las asignaturas pendientes lamenta “no haber podido ayudar a más gente de entre todos los que se acercan a pedirnos algo”.
Tras más de una década, augura que hoy, ya como expresidente, se sentirá “extraño”, aunque quizás “aliviado” por poder dedicar a su familia el tiempo que le ha restado durante todo ese tiempo. En su lugar, hasta el 2 de mayo, el presidente en funciones, Juan Jiménez, y el de la comisión gestora, Alejandro Ramírez Juárez, coincidían ayer en que “no se tomará ninguna decisión, ni económica ni de gestión”, por respeto a los candidatos, que tienen desde hoy diez días para presentar sus listas. De entre ellos saldrá el relevo de Ramos, que ayer reconocía haber “llegado solo” pero irse “muy acompañado” por quienes le han arropado en su viaje desde aquel lejano 2003.