Quien iba a decirlo el pasado año, cuando las alarmas sonaron en el Centro de Estancia Temporal debido a la cantidad de inmigrantes acogidos. Llegó a superarse la cifra de los 800, estándose a punto de acudir a los brazos de la Vicaría para solicitar el traslado de algunos de ellos a dependencias dependientes de esta entidad religiosa.
El blindaje de la frontera del Tarajal ha influido para que hoy, en el centro del Jaral, la tortilla haya dado la vuelta drásticamente. La última cifra oficial conocida de residentes en el centro los eleva a 387. Es el mínimo histórico de los últimos años, lo que está permitiendo que los cerca de cien trabajadores que dependen del CETI puedan organizar mejor las tareas, poner en marcha programas, y, en definitiva, reorganizar de la mejor manera la asistencia en este centro.
A las escasas entradas se han añadido las salidas que, por goteo, se siguen produciendo a la península, bien sea de grupos destinados a CIE como otros de vulnerables. Entre estos últimos han podido partir el único interno ciego que había en el Jaral además de una chica que sufría ataques de epilepsia.
Las entradas son aisladas, y a los últimos que han llegado en balsa, el pasado 27 de enero, se ha añadido alguno oculto en doble fondo de vehículo y un joven subsahariano que consiguió burlar las alarmas sofisticadas con las que está blindado el perímetro fronterizo. Lo hizo aprovechando una noche marcada por el viento, convirtiéndose en el primero de 2013 que sigue esta vía y en uno de los pocos que ha conseguido sortear la millonaria barrera con Marruecos. Por cierto que nada se sabe del inmigrante que cayó al mar en la Bahía de Beliones tras ser introducido por una patera cuyo patrón está detenido.