Lo más sencillo cuando llegamos al puesto de la Cruz Roja ubicado en cualquiera de las playas de nuestra ciudad, es decir: “me ha picado una medusa”,
o una ‘aguaviva’, si queremos darle un tono más castizo a la expresión. Sin embargo, la frase es demasiado genérica si tenemos en cuenta que se conocen más de 4.000 especies de medusas en todo el mundo. Para intentar ser un poco más correctos, les presentamos a la medusa que, por excelencia, recorre las costas europeas atlánticas, sin hacer ascos a la mediterránea. Una extensa presencia que también se hace notar, y bastante, en las playas ceutíes. Les hablamos de la ‘Pelagia Noctiluca’, nombre con el que se la conoce en el mundo científico.
La ‘Pelagia Noctiluca’
Se trata de una medusa en forma de seta, transparente y rosácea con manchas amarillas, cuyo sombrero, en forma de hongo, tiene un tamaño pequeño que ronda entre los cinco y los diez centímetros. Del mismo cuelgan ocho tentáculos, además de otros tantos lóbulos bucales, todos ellos dotados con células urticantes, denominadas ‘cnidocitos’.
La ‘Pelagia Noctiluca’ se reparte por buena parte del océano Atlántico, así como por el mar Mediterráneo. No cuenta con una gran capacidad natatoria, por lo que generalmente son arrastradas por las corrientes marinas más superficiales. Es por este motivo que el viento de Levante, y sobre todo cuando sopla con fuerza, facilita la concentración de este tipo de medusas en la bahía sur, y el oleaje permite que entren en mayor número en las zonas de baño delimitadas con las redes antimedusas.
Las medusas no pican
Es un hecho que las medusas no pican como pueden hacerlo una abeja o una avispa. Es el roce de la piel humana con sus tentáculos o su sombrero lo que permite que nos inyecte el líquido urticante que contiene su ‘cnidocito’, y seguidamente nos provoque cierto dolor, así como enrojecimiento e inflamación de la zona afectada.
Es más, en ocasiones, lo que nos encontramos en el agua son restos de la medusa como los tentáculos, y aún así el roce con el tentáculo tiene la misma afección que si se produjera con la medusa entera.
“No hay plaga de medusas”
El biólogo ceutí, Oscar Ocaña, asegura que “actualmente no hay una plaga de medusas en Ceuta”, aunque recuerda que “sí la hubo hace diez años”. Otro debate muy diferente sería asegurar que el cambio climático está favoreciendo el incremento del número de medusas en los mares y oceános. En este sentido, Ocaña explica que está demostrado “que el cambio climático está porvocando alteraciones”, pero no existe todavía “una relación directa entre el cambio climático y las micro subidas de temperaturas que están presentado las aguas del mar”. Concretamente, “no existe un patrón que así lo demuestre, porque eso exigiría contar con una cantidad ingente de información y datos de siglos anteriores que no existen”. Por este motivo, Ocaña tampoco se atreve a relacionar directamente el cambio climático con el incremento en el número de medusas.
Dejando a un lado la mitología griega, en la que la medusa también tiene su papel protagonista, este tipo de animal está presentes en el planeta Tierra desde mucho antes de que hiciera su aparición el hombre.
Vinagre y agua salada para las medusas
Las ‘picaduras’ de las medusas provocan, por lo general, una sensación de dolor o quemazón en la zona en la que se ha producido el roce con el tentáculo, así como el enrojecimiento e inflamación de la zona afectada. Una sensación que puede perdurar varios días y que exije de un cuidado sencillo. Nada más notar los primeros, lo que han de hacer es acercarse lo antes posible al puesto de la Cruz Roja más cercano. Allí le asistirán aplicádole un líquido compuesto por una parte de vinagre y tres de suero, para rebajar la afección del líquido urticante que les ha inyectado la medusa. Asimismo, le facilitarán un poco de hielo para rebajar en lo posible la hinchazón de la zona afectada. Entre los consejos que le darán está el de no ducharse con agua dulce, pues reaviva el poder del líquido urticante, así como rascarse ni rozarse la zona afectada. En lo que llevamos de verano, los voluntarios de Cruz Roja han atendido a más de 700 bañistas que habían sido rozados por el sombrero o tentáculos de la medusa; un número elevado de asistencias.