Hace una semana estuve viendo Red One, entretenida e ideal para pasar un buen rato con una revisión muy particular de los mitos navideños europeos. La sala era la más pequeña de las que hay en el cine. Te sentaras donde te sentaras estabas cerquísima de la pantalla. Pero por fortuna de lo que estuve más próximo es de comprobar la gran labor que hacen los educadores y educadoras ceutíes con los menores marroquíes que están buscando un futuro mejor en Europa.
Creo que se llamaba Aixa, pero no lo puedo aseverar. Lo que sí puedo y debo afirmar es que los siete u ocho chavales tuvieron en todo momento un comportamiento ejemplar, cosa que no me extraña pues comencé mi andadura educativa en esta bella tierra en lo que se llamaba Garantía Social cuyo alumnado estaba compuesto en un 90% por niños marroquíes que habían llegado a Ceuta en solitario.
El resto eran chavales ceutíes en riesgo de exclusión social. Para sorpresa de alguno diré que jamás tuve un conflicto grave con ninguno de mis alumnos en la más de una década en la que estuve impartiendo clase a este perfil formativo. Como no es cuestión de hablar de mí sino de Aixa, he de decir que la sintonía existente entre ella y los muchachos era notoria, y que los valores que transmitía quedaran fijados en la personalidad de estos jóvenes ¡seguro! Ceuta es una ciudad de acogida, España es un país solidario, la Unión Europea es un lugar de oportunidades.
Reitero lo que he dicho cada vez que alguien ha tenido la deferencia de escucharme: las manos nos deben servir para extenderlas y ayudar no para agredir o empujar. Me baso en la física, además de en la moral y la humanidad, para hacer esta afirmación. La tercera ley de Newton o ley de acción y reacción expone: “Para cada acción hay una reacción igual y en el sentido opuesto”. Es decir, para cada empujón hay un empujón de igual potencia pero en sentido contrario.
La labor de la Ciudad Autónoma con estos niños que tanta ayuda necesitan debiera hacernos sentir orgullosas a todas. Yo siempre lo he estado y “más aún tras ver Red One”. No sé si usted se llamaba Aixa o no, pero lo que sí sé es que realiza una labor encomiable y desde aquí no solo deseo agradecérselo sino extenderlo a quienes se comportan como usted y tienden la mano a la infancia.
Como dijera Soul Etspes: “Un niño sin infancia es como una mariposa sin alas”.