Tener 16 años a este lado de la frontera supone desarrollar un estilo de vida bien alejado de esa endeble línea que marca constantes diferencias con la muerte. Más allá del paso de Ceuta, allí en Marruecos, supone empeñar los días en sortear apuestas arriesgándolo todo.
Tres menores de 18 años, enfundados en trajes de neopreno, se han echado al mar juntos, luchando contra las olas, viéndose golpeados contra las rocas hasta lastimarse, manteniéndose a flote en una agónica escenificación de la más pura supervivencia en esto que llaman la frontera sur.
En Beliones, vecinos que aún mantienen en pie sus casas eran testigos de lo que pasaba. Lo eran al igual que agentes que se supone deben vigilar que nadie ponga en riesgo su vida. Esta semana más de 50 personas han entrado en Ceuta, en su amplia mayoría a nado. De ellos alrededor de 15 son menores de edad.
Menores como estos tres amigos cuyas vidas han rozado límites impropios, pero que han terminado por alcanzar los arenales sanos y salvos. De ellos hoy se puede hablar, no así de otros que han desaparecido en ruta.
Como estos tres amigos, otros de igual edad buscaron el pase y ahora nadie sabe de su paradero. Yassin y Yusef protagonizan los últimos casos denunciados a través de las páginas de este periódico. ¿Cómo se puede perder su rastro? Faltan ellos como faltan también varios adultos cuyas historias se conocen porque sus familias han alertado de su partida. ¿Dónde están?
En Ceuta sus cuerpos no han sido hallados, tampoco se han puesto en contacto con sus seres queridos para informarles de su paradero lo que apunta a que nunca consiguieron la meta. Constituyen la incógnita a la que nadie quiere dar respuesta en un vacío asombroso que parece importar bien poco y sobre el que ninguna entidad presenta denuncia para forzar, cuanto menos, una reacción.
Reacción?; de quién ?.