La pandemia nos ha afectado a todos y, también, a nuestra manera de relacionarnos y de poder organizar los actos históricos que siguen teniendo, hoy día, más sentido que nunca. Sucede con el 1 de mayo, el día en el que hay que salir a la calle para defender los derechos de los trabajadores y denunciar la precariedad que rodea a muchos trabajos, precariedad que ha ido a más con el coronavirus. No podrán tener lugar las antiguas manifestaciones por motivos obvios, pero sí se puede poner de manifiesto a través de otros cauces el sentido de una lucha que debe seguir firme, unida, en bloque ante la dictadura sufrida por los trabajadores en una situación de atropellos continuados y merma de derechos. La lucha se hace fuerte si se tienen las ideas claras, la lucha es sana si se persiguen las mejoras que repercutan en todos y no en unos pocos.Ese sentido original del 1 de mayo es el que, por los canales que el cuidado de la salud permite, deben seguir vivos poniendo las miras en que dentro de un tiempo -esperemos que más corto que largo- se supere esta pandemia y se vuelva a visualizar, con mayor fuerza, esa lucha que tanto merece la pena.