No dejan de conocerse más y más casos. Es el gran drama migratorio: familias que piden información por seres queridos desaparecidos al cruzar a Ceuta. Las denuncias no paran y los casos van en aumento.
Zakaria Redouan tiene 25 años, es de Rincón (Mdiq) y tiene un bebé. Salió desde allí el jueves hacia Beliones para intentar cruzar el espigón, desde entonces nada se sabe de él.
Él fue uno de los que se echó al mar en los primeros pases que se produjeron del jueves al viernes.
Llevaba traje de neopreno con capucha como tantos otros que realizan la ruta del espigón, la más peligrosa de todas, la que más muertes y desapariciones está provocando.
Solo este domingo se han publicado hasta 3 casos de desapariciones que se suman a las ya acumuladas en días previos.
Nunca hubo tanta denuncia, tanta petición de ayuda. Las travesías marítimas son las que más se llevan a cabo y a su vez son las que mayor riesgo tienen.
La desesperación no cesa
Esas voces de auxilio, esa desesperación no cesa. Ceuta termina siendo receptora de todos esos dramas focalizados en la frontera sur, dramas que chocan contra el muro de la ausencia absoluta de noticias.
A Zakaria le busca desesperadamente su familia al no tener noticias de lo sucedido desde que emprendió esa ruta hacia Ceuta. La falta de datos es lo peor.
En todos los casos se produce una falta de comunicación, las familias nunca reciben llamada para indicar que llegaron con vida lo que no hace sino aumentar la sensación de miedo ante lo que haya podido ocurrir.
Lo que hasta ahora se conoce no es ni por asomo el reflejo de una situación mucho más grave, los cruces a nado son numerosos y los llevados a cabo en estos últimos días han sido demasiado expuestos.
Ni siquiera la propia Guardia Civil podía garantizar la seguridad en el mar pero decenas de jóvenes se echaban a un pase extremo.