El yacimiento arqueológico de la Cueva y Abrigo de Benzú es uno de los puntos con mayor historia de la ciudad. Fue identificado en 2001 durante la realización de la Carta Arqueológica de Ceuta.
Por su interés para el conocimiento de la Prehistoria del Estrecho de Gibraltar fue suscrito un convenio de colaboración entre la Ciudad Autónoma de Ceuta y la Universidad de Cádiz (UCA), desarrollándose desde entonces un proyecto de investigación dirigido por los doctores José Ramos, Darío Bernal y Juan Jesús Cantillo.
El Abrigo de Benzú es un lugar abierto en dolomías que sirvió de refugio a grupos de cazadores-recolectores del Pleistoceno medio y superior. Según ha explicado Cantillo, en este lugar “hemos hecho un corte estratigráfico para ver las diferentes fases en las que se ha ido ocupando, que originalmente debió ser como una especie de cueva, pero que con el paso del tiempo la visera ha caído y lo que nos ha quedado es el fondo de la misma”.
Según sus estudios, esta cueva serviría en el Paleolítico para el control de todas las especies de fauna que se cazaban. “Desde aquí, estas comunidades oteaban el horizonte, controlaban las manadas, se acercaban para la caza, se traían a sus presas y aquí, junto a las actividades domésticas, harían actividades de industria lítica”, ha detallado.
Además, en el lugar han encontrado restos de lapa, lo que indican que “se acercaban a la costa para alimentarse de ellas”.
Con todos estos datos, estos investigadores lo que han documentado es una “secuencia que arranca hace 300.000 años y que de manera ininterrumpida está siendo ocupado este abrigo hasta hace unos 70.000 años de antigüedad”.
Concretamente, ha añadido Cantillo, “son siete estratos que nos hablan de siete ocupaciones a lo largo de toda esa secuencia, y en cada una de ellas aparecen restos de esa vida cotidiana de esas comunidades paleolíticas: Industria lítica y restos de huesos de la fauna que cazaban y se alimentaba así como de conchas y moluscos”.
Junto al abrigo de Benzú, también se ha identificado una pequeña cueva de unos 16 metros cuadrados, que se excavó de forma paralela y que pertenece a una comunidad, desde el punto de vista cronológico, mucho más reciente.
En esa ocasión, según ha indicado el doctor, “aquí estamos hablando de comunidades neolíticas que estuvieron por aquí, en un entorno cercano, hace seis o siete mil años de antigüedad y que explotaron esa cueva con dos fines”.
El primero de ellos sería como refugio de pastores en momentos puntuales y como lugar de enterramiento. Esto se atribuye a que “hemos encontrado restos humanos pequeños, de falange y restos esqueléticos pequeños, porque los restos como cráneos o fémures se los llevaban a otro lugar. También se han encontrado elementos de ajuar que fueron llevados por las comunidades al interior de la cueva”.
Este lugar ha dado pie a realizar diferentes tesis doctorales así como investigaciones, abordando numerosas analíticas, algunas de ellas que se encuentran a la vanguardia como el ADN de los huesos del interior de la cueva, estudios de isótopos de oxígeno, que van a permitir saber incluso la alimentación de esas comunidades; o un levantamiento en 3D.
Esto ha sido lo encontrado hasta el momento, aunque aún queda mucho estudio por delante. “Creemos que aquí hay mucha proyección de futuro. Nosotros hemos excavado un pequeño tramo de este frontal, pero el yacimiento se abre a los laterales. Hemos excavado un 15% aproximadamente del yacimiento y hemos estudiado más de 35.000 piezas, con lo cual eso nos da pie a saber la cantidad de registros arqueológicos que hay aquí”, ha concluido Juan Jesús Cantillo.
En último lugar, cabe destacar que esto no es un yacimiento al uso, ya que han tenido que crear una metodología que ha sido pionera en el mundo de la arqueología. Y es que, se trata de un sedimento que está brechificado, que es muy duro, muy compacto, y en cuyo interior se encuentran los restos arqueológicos.