Los algo más de 8 kilómetros de perímetro fronterizo que separan Ceuta de Marruecos se han convertido en una especie de lotería, un espacio en el que el Ministerio de Interior ejercita sus apuestas a base de inversiones. Ahora le toca el tiempo a la inteligencia artificial, a los drones y a las cámaras como elementos básicos para convertir ese espacio en una línea inviolable. Claro está, siempre que Marruecos quiera.
En estos días se hacen ya pruebas en una parte del perímetro. Están orientadas siempre a la detección de personas, a conseguir tener una información previa de las llegadas que pueden producirse mejorando la capacidad de los sensores actuales, que fueron revisados hace meses por un ingeniero técnico.
En proyecto está la instauración de medios que supondrán la aplicación de la inteligencia artificial al control ejercido en la frontera sur. Existe un informe que cifra el gasto en casi 7 millones de euros, las pruebas de ahora permitirán saber si puede aplicarse sobre el terreno el tipo de seguridad que ahí se recoge.
El esqueleto de ese nuevo control fronterizo se reduce a la disposición de un radar con capacidad de detección de aproximación de, al menos, 450 metros. A ello se suma la colocación de nuevos sensores en el vallado que sirvan para sustituir a los actuales que, además de obsoletos, arrastran un retardo de unos 40 segundos. Esto supone que cuando el agente de la Guardia Civil detecta que hay acercamiento a la valla, para cuando enfoca con la cámara y da aviso a las patrullas se ha alcanzado ya el segundo vallado.
Con los nuevos sensores se quiere disponer de medidas de efecto más ágil, que además no se vean afectadas por lluvia o viento. Las pruebas se están haciendo ahora.
El proyecto de la nueva seguridad en la valla, que Interior tiene encima de la mesa, contempla un panorama que años atrás pudiera parecer de ciencia ficción pero que ahora resulta de aplicación a lo más básico de nuestras vidas.
Con la inteligencia artificial se quiere contar con información sobre los acercamientos al vallado, que se sepa si se trata de personas o, por ejemplo, pájaros o cualquier especie animal. Con la disposición de un radar con capacidad de alcanzar hasta 450 metros se pasaría de la detección a la activación de una cámara que puede enfocar directamente al punto señalado por ese radar.
Sobre plano se contempla la ubicación de cuatro torretas con drones que aportarían imagen al momento del punto de la incidencia. Una suerte de medios tecnológicos que centran sus funciones en avisar y que aportarían tecnología actualizada a una valla levantada a finales de los 90 sobre un terreno complejo.
Las inversiones ejecutadas desde la retirada de las concertinas han servido de bien poco. Los peines no tienen función alguna, los tubos se pudieron colocar solo en algunas zonas y las esclusas, cuya obra ya fue recepcionada, arrastran fallos sin haber sido siquiera utilizadas.
El Gobierno lleva gastados más de 100 millones en las vallas de Ceuta y Melilla, apostando por un sistema de control que depende finalmente de Marruecos y de Europa.
Antes de las esclusas, los peines invertidos y los tubos Interior estudió utilizar vehículos con lanzaderas de agua. Llegó a valorarse sobre el terreno este tipo de medios usados por la Policía Nacional en manifestaciones para, al final, descartarse esa idea.
Marruecos, que parece quedarse siempre con lo que España no usa, dispone de esos vehículos lanzaderas de agua y los ha utilizado en los últimos intentos de entrada a Ceuta. Ha hecho lo mismo que con las concertinas, reutilizar en su terreno lo que España retiró sin que Europa ofrezca valoración alguna.
De inteligencia y artificial y drones vuelve a hablar ahora, cuando hace ya 8 años que giró visita a una empresa malagueña para valorar cómo actuar en puntos ciegos como algunas vaguadas ubicadas en zonas del vallado sin depender tanto de Marruecos.
De momento se trabaja en mejorar la capacidad de los sensores, después se valora en intervenir con un plan de mayor envergadura que conllevará formar a los guardias civiles destinados en el COS, cambiar los recursos de que disponen y valorar qué hacer con la unidad de los búhos encargados ahora, con las cámaras térmicas, de revisar de forma constante todo el entorno fronterizo.
Y todo esto se piensa en el lado español mientras que en Marruecos se actúa en el vallado con los medios eliminados por Europa al ser considerados como atentatorios contra los derechos humanos. Fue el caso de las concertinas que dejaron heridos de gravedad y muertes a pesar de que en los informes oficiales se calificaban de medios no lesivos.
La hemeroteca recoge accidentes de gravedad por culpa de las hileras de espinas en donde quedaban enganchadas las personas y en donde hubo fallecimientos al desangrarse con ellas.
Marruecos coloca estas medidas prohibidas sin que Europa, garante de la frontera sur, adopte medidas para su retirada inmediata.
Esta arquitectura de seguridad en la que piensa España se sostiene en el fundamento de prever lo que puede venir, aunque la actuación se deja en manos del país vecino que cobra inyecciones millonarias por ese papel encomendado de gendarme de la valla.
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