A pesar de que lleva cuatro décadas nadando en las aguas de Ceuta, Miguel Ángel Pérez nunca había visto a esta especie
Miguel Ángel Pérez realizaba su travesía matutina diaria entre la sede del Club Natación Caballa y el bidón de Fuente Caballos pero, a pesar de que el trayecto de ida se desarrolló sin incidencias extraordinarias, la vuelta iba a depararle un buen susto.
De un momento a otro se encontró "rodeado" por una "especie de cuerdas negras" a la altura del espigón de la playa de la Ribera. Conforme se fue acercando, comenzó a apreciar mejor lo que a su juicio podían ser los restos de una tablilla pulpera rota o un juguete de un niño.
Cuando pudo observar desde una posición más cercana, intuyó que se trataba de un grupo de medusas, por lo que se dispuso a esquivarlas cuidadosamente. Sin embargo, cuando estaba a apenas quince metros de la orilla, sufrió una picadura en el brazo. De esta forma, se dispuso a sacar al animal poco a poco hacia la orilla, apoyándose en la aleta.
Allí se encontraban Pepe Bollit, directivo del Club Natación Caballa y Juan Carlos, del CECAM, quien reconoció al animal y urgió a marchar al centro de salud más cercano: se trataba de la peligrosa carabela portugesa, una especie que ni el propio Miguel Ángel había podido identificar a pesar de llevar 40 años nadando en aguas abiertas en Ceuta.
"Tengo 51 años y llevo prácticamente 40 años nadando, pero es la primera vez que lo veo. El problema de ese 'bicho' es que un niño lo ve y lo coge; es como un juguetito", apuntó el ceutí en referencia a la carabela portuguesa, que ha activado varios protocolos en Ceuta a modo de prevención de una picadura que en ocasiones puede llegar a ser mortal.
Una rápida reacción, escalofríos y mal cuerpo
Miguel Ángel se desplazó rápidamente hasta el ambulatorio José Lafont, donde en la sala de Urgencias le atendieron rápidamente aplicándole un urbasón en torno a las 10:30 de la mañana del sábado, pocos minutos después de la picadura.
Frenada la reacción corporal, la doctora y la ATS le recomendaron una crema y le advirtieron de los síntomas que padecería en las siguientes 24-48 horas: escalofríos y malestar que cesaron ya en la jornada del domingo, cuando atendió a este medio.
Tras su picadura, se activó el protocolo del Ingesa y de Medio Ambiente ante el peligro de la carabela portuguesa, aunque Miguel Ángel insistió en la falta de precaución: "Tendrían que haber cogido banderas rojas o haber hecho lo que hicieron después, colocar un montón de barandillas para acotar la playa".
Miguel Ángel ha querido agradecer la reacción de Pepe Bollit y Juan Carlos, gracias a los cuales al llegar a la orilla se percató del peligro de la picadura y actuó rápidamente para recibir la atención necesaria ante estos casos.