La historia de esta canción tan popular ha cumplido más de 100 años. Se interpreta a lo largo y ancho de la historia de la música y se viste con la nostalgia y la melancolía de la espera, de la esperanza de un encuentro que puede visitarnos cuando menos te lo esperas.
Si a tu ventana llega una paloma
Trátala con cariño que es mi persona
Cuéntale tus amores bien de mi vida
Corónala de flores que es cosa mía
En la película ‘Un tren llamado deseo’ la protagonista , ya derrotada por el amor y la locura exclama: “siempre he confiado en la bondad de los desconocidos”.
La paloma, el desconocido, el conocimiento fortuito en cualquier lugar , cualquier sitio, cualquier tiempo, el destino que se agazapa en nuestra rutina para flanquearnos el camino de lo cotidiano.
Todos hemos sido visitados por palomas que se posan en la ventana, todos hemos encontrado a alguien que viajaba en un tren, alguien compartía el asiento aledaño del autobus con el que entablamos una charla de 6 minutos vestidos de eternidad. En algún lugar, en un museo, en un comercio, en una biblioteca, en la habitación de un hospital o en el sitio más insospechado, una paloma ha venido a vernos, un extraño nos ha trasmitido algo inefable, imposible de definir. Alguien estaba buscándonos mientras nosotros lo buscábamos.
Un día cualquiera preguntas la hora o hablas del tiempo y una voz de sirena te hipnotiza. Esa paloma volará viajando a otras ventanas pero verás algo en ella que sólo puedes ver tu y los demás no se darán cuenta. La buscarás y abrirás el alma ofreciéndole la posibilidad de anidar en todo lo que eres y que los demás no saben.
Cuando llegué a Ceuta y , apenas intercambiando unas palabras los dioses me regalaron una amistad que sigue durando después de la muerte en una memoria vital.
Seres que andan, tal vez buscándonos, tal vez buscándolos sin verlos aunque unos metros de distancia se convierten en una vuelta al mundo.
Escribir el CAÑONAZO, contactar con personas a las que no pones rostro pero existen pues te llaman por teléfono, lees su wassaps, te proponen aventuras literarias o rompen su silencio para decirte que no cierres la ventana.
Buscamos amores, compañeros de revoluciones perdidas, amantes pasajeros.
Sabina nos regaló este poema en la que se siente la fragilidad eterna de un segundo
A las flores de un día
Que no duraban
Que no dolían
Que te besaban
Que se perdían
Damas de noche
Que en asiento de atrás de un coche
No preguntaban
Si las querías
¿ Esperar? ¿Buscar? ¿Salir a conquistar un amor vagando en el universo? ¿Abrir esa ventana sea un día nublado, taciturno, tormentoso o soleado?
Cuando vas envejeciendo entra poca luz y la oscuridad es un refugio aliado. Cierro puertas y persianas, todos los ojos de los otros son sospechosos.
No importa, las palomas anidan donde menos te lo esperes, te llamarán desde los cristales opacados por la humedad.
Si a tu ventana llega una paloma, trátala con cariño que es mi persona.
Por todos aquellos que abrimos la ventana esperando a alguien que no conocemos.