“Seño, ahora con todo lo que he aprendido le voy a pedir a mi mamá que me lleve a todos los museos”. Para las profesoras Guadalupe Romero, del departamento de Didáctica de las Ciencias Sociales de la UGR en Ceuta, y Susana Fernández, tutora de 2º de Infantil en el CEIP Rosalía de Castro, constatar con frases como esa que han logrado gran parte de los objetivos trazados es la mejor de las satisfacciones. Y es que ambas, tras haber participado el año pasado en el proyecto Hermes, un programa experimental e innovador en el que el Ministerio de Educación seleccionó a tan solo dos centros educativos de nuestra ciudad, se propusieron ir más allá.
“Ha sido la amistad que nos unió el año pasado la que nos ha hecho continuar”, explica Fernández. Por eso, desde las primeras semanas de este año escolar se propusieron continuar incentivando el interés y aprendizaje de los más pequeños por el patrimonio cultural y artístico de la ciudad.
En ese sentido, con la participación cada semana de un grupo de 12 alumnos de la UGR, se han desarrollado varios talleres donde los niños, de tan solo cuatro añitos, han podido conocer a fondo qué es un museo, qué cosas alberga y, en el pasado, para qué sirvieron ese tipo de objetos. Para ello se han acercado al patrimonio que acoge el Museo de la Basílica Tardorromana que, además, podrán visitar en apenas unos días.
Pero antes, este martes 16 de noviembre, desde las 16.00 hasta las 17.30 de la tarde, nos invitan a una jornada de puertas abiertas en el Aula 24 del campus universitario. ¿Qué se podrá ver ahí? “Los niños nos van a enseñar y explicar, con la presencia de sus familiares y quienes deseen acompañarnos, las réplicas de las piezas del museo que han elaborado con diferentes materiales como arcilla, plastilina, botellas recicladas, palillos… entre las cosas que han aprendido, por ejemplo, ahora ya saben qué es una lucerna o para qué servía un aljibe”, explica.
Que los niños de Infantil conozcan y vayan aprendiendo aspectos históricos locales no está, generalmente, entre las prioridades del currículo educativo. Pareciera que son temas complejos y difíciles para niños de tan corta edad. Pero al intentarlo, la realidad resulta completamente sorprendente. “Al final de cada taller hacíamos un repaso y realmente captaban muchas cosas, los niños pequeños son verdaderas esponjas”, resalta la profesora.
La idea de que estudiantes universitarios y niños de cuatro años interactuaran y pudieran intercambiar conocimientos en el aula ya estaba sobre la mesa el año pasado, pero la pandemia impidió que se hiciera realidad. La experiencia ha sido tan positiva que Guadalupe y Susana ya tienen nuevas ideas en mente porque consideran que fomentar el amor por el arte y la cultura local en los colegios debe tener, siempre, su espacio.
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