Yo no tengo jefe, yo no tengo rey
busco libertad, para ser quien soy
no les debo nada, consecuente ando
por las veredas del mundo de hoy
salvando obstáculos e injusticias voy
aspirando a un mundo de iguales
de respeto y denuncia
ante tanta vileza y privilegio
libre, sin cadenas, estoy.
“ Panchito” Morengoy ( 1.981 –Jalapa-Nicaragua ) “quince años”
Murió en libertad, vencido por el puto cáncer en 1999, con 33 años y padre de cuatro hijos, que siguen la semilla y noble estela de su padre.
Me entregó esta poesía compartiendo conmigo una botella de ron de caña y una fuente de frijoles con torta de maíz. Hubo que beberse la botella pues sino, entendía que era un desprecio no rematar la faena. Le recriminé cariñosamente el abusar del alcohol a lo que me llamó a la necesaria “evasión”, a su mundo, deseos y vivir al día.
Soñaba con venir a España, a la madre patria que tanto jodió al “indio”. Aspiraba a estudiar electrónica y hacer buenas fotografías, para captar el alma de su gente. Su padre con alzheimer y ex alcohólico ya no le reconocía. La mamá Pancha era un vago, un difuso recuerdo, no sabiendo a ciencia cierta que era de ella. Quería al misionero canadiense James con locura pero, cambió de congregación, siendo los afortunados los ‘hermanos de Chiapas’ (Méjico).
Me enseñó el valor de poseer escasos bienes materiales, el mínimo para vivir, el compartir, la sonrisa ante los momentos de decaimiento. El consumo fácil y artificial, la dependencia de tanto subsidiario estaban superados, no entendiendo el azar de cuna, “unos tanto y tantos injustamente limitados”.
Le regalé mi máquina fotográfica y un ‘Quijote’; seis meses más tarde me escribió, comunicándome:
“Disculpas catalán, la he tenido que vender, pero te sigo queriendo”, ¿cuando vas a volver?.
Quería ser como Sancho y soñaba con su “insula Barataria”, seguir siendo humilde y virtuoso, libre y orgulloso de su procedencia campesina, como él. Igual se alistaba para hacer la guerra al tirano y al yanqui de “mierda”.
Le prometí hacerlo y cuando pude hacerlo, ya no estaba. Han pasado casi diez años y la cosa, sigue igual o peor.
A los Panchitos del mundo, mi afecto y consideración, impotencia y rebeldía.
“Yo no tengo jefe, yo no tengo rey
tengo libertad para ser quien soy...”