Categorías: Tribunales y justicia

Un médico forense señala que el autor confeso “sabía lo que hacía”

La última sesión del juicio con jurado que se sigue por el crimen de San Amaro, ocurrido en mayo de 2010, fue clave para entender el funcionamiento mental del acusado, Ángel José Pascual. Y es que resulta clave el poder responder a una pregunta esencial: ¿sabía lo que estaba haciendo cuando acuchilló a su padrastro? Para intentar aproximarse a un dibujo más o menos claro del perfil de Ángel José se contó con las declaraciones de varios profesionales que asistieron como peritos. Uno de los más contundentes en sus manifestaciones fue el médico forense Pedro José M., quien, a preguntas del Ministerio Fiscal, fue claro: “El sujeto sabe que matar está mal y a pesar de eso mató”, sentenció.
Este médico forense fue el que llevó a cabo un estudio inicial del acusado, al poco de ser detenido, para ofrecer una primera aproximación de su estado mental. Basándose en la entrevista que llevó a cabo y en los informes que se le habían facilitado, el médico sentenció que Ángel José Pascual no presentaba alteraciones psíquicas superiores, es decir, no tenía alteración de su inteligencia, ni alucinaciones, ni tampoco sufría delirios. Tampoco tenía alteradas su capacidad de libre determinación. “Sabía lo que hacía y sabía conducirse”, aclaró el médico, siempre advirtiendo que lo dicho debía ser entendido como el resultado de una primera aproximación al estado mental del acusado, que fue lo que él realizó.
Los representantes del Ministerio Fiscal, José Luis Puerta y Alicia Ferrol, aprovecharon la testifical del forense, para dejar claro el modo de proceder del acusado insistiendo en su interrogatorio en todo aquello relacionado con su capacidad de actuación en el día de los hechos. ¿Era dueño de sus actos?, ¿creía que estaba matando al hijo del diablo y que veía la habitación de su padrastro con luces rojas? El médico fue claro en sus respuestas: “En aquel momento su capacidad no esta alterada”, ni sus actos estaban “vinculados a un trastorno”, es decir, “no vi signos de su enfermedad en los hechos que cometió, sabía lo que está bien o mal y actuó sabiéndolo”, sentenció.
“Nunca me dijo que había matado al hijo del diablo”, apuntó, ni que viera luces rojas en la habitación. Para el médico el acto que cometió aquella noche no fue “fruto de un delirio”, ni en el estudio del crimen en sí se detectaron detalles que pudieran significar que el apuñalamiento lo había realizado una persona que no estaba en condiciones psíquicas aceptables.
En la descripción que realizó del acusado, lo definió como un síndrome de Asperger pero que tenía la capacidad de “utilizar su enfermedad para obtener lo que quería”, ofreciendo un relato de lo que hizo, horas después del crimen, con toda frialdad. “No tenía alteración alguna”, concluyó. Esta frase provocó que el acusado mostrara un gesto de rechazo, la única expresión distinta que dejó ver en la sesión judicial.
El abogado de Ángel José Pascual, Abselam Abderrahaman, intentó desvirtuar el informe realizado por el testigo, destacando que dicho informe se había obtenido de un examen inicial llevado a cabo en una guardia del juzgado. Con un manual de Psiquiatría en la mano, Abderrahaman reclamó del médico forense que valorara cómo es un afectado por Asperger. Aunque el testigo fue al inicio algo reticente, advirtiendo que “no se puede hablar de enfermedades sino de enfermos” para evitar generalidades, sí, a petición expresa del magistrado Jesús Bastardés, tuvo que reconocer que un Asperger “genéricamente” puede tener “dificultad para planificar” una acción como la del crimen, aunque mantuvo que según su análisis específico de Ángel José Pascual, éste “no tenía alteración” alguna. También reconoció que un Asperger tiene dificultades para interpretar emociones y son personas con dificultad para planificar tareas, pero dejó claro que en el acusado en cuestión no vio estas características.
La médico forense Esperanza L. matizó a su compañero con otras interpretaciones sobre la figura del acusado. No fue tan clara en su concepción sobre la figura del autor confeso del crimen, al considerar insuficientes los datos que había para saber si podía entender o no las situaciones.
Hizo mención a rasgos de su carácter como que era “una persona fría”, con tolerancia a la frustración y que podía interpretar determinadas situaciones de una forma distinta a una persona normal. “Tenía problemas familiares y se sentía despreciado y odiado”, apuntó. No entró a valorar, porque “no puedo”, “si tenía la capacidad de entendimiento de sus actos”.
También en la sesión de ayer se contó con la declaración de cuatro funcionarias que estuvieron analizando las muestras de las uñas del fallecido. Sus testificales fueron a través de videoconferencia, un sistema ya sobradamente implantado en la Audiencia Provincial, y sirvieron para que la Acusación pudiera confirmar sus tesis de que el fallecido, Francisco José Fores, no se defendió tras el ataque sufrido por su hijastro. No lo hizo porque de los restos biológicos obtenidos no se ha encontrado nada perteneciente al acusado, por lo que se concluye que la víctima en ningún momento pudo arañar al detenido o agarrarle de alguna forma, al no haber ni restos biológicos ni de ropa. Al 100% se pudo concluir que no había restos de otra persona distinta al propio fallecido. La autopsia: se trató de una “muerte violenta” En la sesión judicial de ayer, la tercera y penúltima de las encuadradas en este juicio con jurado, se pudo conocer algún detalle de la autopsia que se le practicó a la víctima, lo que permitía conocer una aproximación de cómo fue el crimen. Los dos médicos que participaron en la elaboración del informe sentenciaron que se trató de una “muerte violenta”, y que el cadáver presentaba dos heridas, una provocada por la entrada del cuchillo jamonero y otra por la salida. “El cuchillo se le clavó por completo y atravesó el cuerpo del sujeto, con entrada y salida”, indicó, comparando el apuñalamiento con la acción de un pinche. Hubo una explicación de por qué se encontró poca sangre en la cama. Y es que, además de que el cuchillo clavado estaba haciendo de taponamiento de la herida, la hemorragia se estaba produciendo internamente, así que cuando se movió la víctima fue cuando más sangre perdió. Los órganos afectados fueron el bazo y el riñón. Los forenses coincidieron en señalar la muerte como violenta, producida sin género alguno de dudas por el apuñalamiento con uso de un cuchillo jamonero, que es el que obra en poder de la sala y que ya ha sido mostrado a los miembros del jurado. También ayer los componentes del tribunal pudieron ver la documentación y fotografías de la autopsia que se le realizó a la víctima. Las posturas Fiscalía y Acusación
Con sus preguntas intentan hacer valer que el acusado no actuó bajo delirios Van pasando las sesiones judiciales y se va comprobando las líneas en las que presumiblemente se basarán para sus informes -que se conocerán esta mañana- las distintas partes. A tenor de la declaración de ayer de los médicos, tanto el Ministerio Fiscal como la Acusación Particular, representados por los fiscales José Luis Puerta y Alicia Ferrol y el abogado Javier Cabillas, buscan que el jurado se quede con el convencimiento de que el acusado no actuó bajo delirio alguno, sino que, más bien sabía lo que hacía. Es decir que una cosa es que padezca una enfermedad y otra que dicho trastorno haya sido determinante para que cometiera el crimen. Todo ello pretende sustentar la tesis de que lo que se produjo aquel 26 de mayo de 2010 fue un asesinato. La tesis de la defensa
Con la definición del síndrome de Asperger busca un atenuante claro
El abogado Abselam Abderrahaman está tomando este caso con una implicación clara, mostrándose en las distintas sesiones judiciales muy cercano a su cliente. Ángel José Pascual permanece sentado al lado del letrado y sólo ayer intercambió un saludo con un joven que había acudido, como público, a presenciar la vista oral. Por lo demás permanece a veces atento a lo que de él se dice y otras veces evadido. El abogado Abderrahaman busca que con la definición del síndrome de Asperger y sus características, el jurado entienda que existe un atenuante y que su patrocinado fue autor de un crimen -algo que nadie niega- pero con unas capacidades mentales mermadas. Reclama una pena justa y acorde con el perfil del acusado, que no supere los seis años de prisión.

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