Las autoridades marroquíes mantienen fijo el objetivo de transformar el Beliones conocido en otro pueblo costero frente a Ceuta completamente distinto.
Los derribos que comenzaron en el entorno de la Ballenera hace meses se aproximan ya a las viviendas ubicadas frente al puesto fronterizo que cerró España por seguridad.
Aquel Beliones pasará a ser otro más próximo a los planes que el vecino país quiere instaurar en toda la costa de la zona norte a golpe de excavadora.
No hay opción a la protesta, tampoco para los ceutíes que disponen allí de su vivienda y que saben que tarde o temprano la perderán.
Historias se han conocido muchas, otras siguen dormidas, entregadas a la esperanza de que esta acción urbanística tendrá un fin. No es así.
Las máquinas trabajan desde hace días en las casas levantadas cerca del puesto de vigilancia, al lado del vallado. El plan que tienen es derribar todas esas viviendas, desalojando a todos los que las ocupaban. Algunos presentan documentos que constatan que allí residieron sin problemas sus antepasados. Españoles ponen por delante escrituras que les sitúan como dueños de un territorio que se niegan a abandonar.
Cualquier protesta cae en saco roto, el plan aprobado pasa por el derribo de todas las viviendas que se ubican a pie de playa. No se salvará ni una, en su lugar se ejecutarán pasos marítimos en este lugar como en los pueblos costeros ubicados en la otra frontera.
Del lugar se ha salvado la antigua ballenera, intocable. También algunas viviendas que seguirán en pie, pero la mayoría está incluida en una hoja de ruta invariable que vendrá a transformar el pueblo que nació bajo la Mujer Muerta y que guarda una vinculación histórica con Ceuta no solo por la residencia allí de españoles sino por las relaciones comerciales y sociales que se mantuvieron cuando el paso permanecía abierto y se nutría de un tránsito diario de residentes y trabajadores.
Las máquinas irán terminando con las viviendas ubicadas junto al vallado hasta llevarse por delante las que se levantaron en torno al puesto de vigilancia a pie de playa.
Lo malo para algunos de los residentes es que no tienen forma de demostrar, al menos a ojos de la administración marroquí, que esos terrenos heredados son suyos.
Todas las gestiones que han iniciado han caído en saco roto en una labor con improbable resolución favorable que solo servirá para escribir un punto y final.
Las máquinas trabajan cerca de la frontera llevándose por delante viviendas de residentes marroquíes pero también de españoles. Las gestiones que han llevado a cabo para intentar parar las demoliciones no han tenido efecto hasta el punto de que se les ha dado plazos de solo horas para abandonar unos terrenos pisoteando la documentación que les presenta como propietarios.
El proyecto de construcción de un gran paseo marítimo afectará a las más próximas al puesto de control de Benzú. En el arenal inmediato, en plena playa de Beliones, continuará el destacamento de los agentes marroquíes. El proyecto turístico que Marruecos quiere ejecutar en la zona de playa se llevará por delante los asentamientos de familias que llevan residiendo en el lugar toda una vida.
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