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Veinte años de "leyenda" de la UIR: "Es el mejor destino en la Policía"

“No era un destino ‘goloso’, pero éramos jóvenes y eso era lo que querían, no gente más mayor y ‘picardeá’... Pillaron a los jóvenes, éramos niños prácticamente”. A sus 48 años, Antonio Oliva, caballa nacido en Barbate, ya ha pasado casi media vida en la Unidad de Intervención Rápida (UIR) de la Policía Local, que tal día como hoy hace veinte años, el 12 de agosto de 2002, pisó por primera vez las calles de Ceuta.
Otro de la promoción de 1999 es también Jesús García, que como Oliva terminó en la UIR procedente de Tráfico. Medio año después, en junio de 2000, entró en el Cuerpo David M., que igualmente pasó por las motos antes de enrolarse en la división de “élite” que Vivas y Ángel Gómez impulsaron crear hace dos décadas. Los tres son hoy los únicos de aquella primera hornada que continúan con el indicativo del puma. Quédese con quien le mire como ellos a su escudo y lo que representa.
“Mi vocación es esta y para mí el mejor destino en la Policía es este”, resume David M. el enamoramiento compartido por sus compañeros, que sonríen al escuchar cómo describía este periódico en 2002 el perfil que tendrían los funcionarios de la UIR: ‘Además de experiencia y buena formación, físicamente y por apariencia los elegidos también destacarán’.

Vivas y Ángel Gómez fueron los impulsores de la creación de la UIR en agosto de 2002

“En aquellos años”, recuerda el contexto de sus inicios, “empezó a darse un cambio en la delincuencia en Ceuta, a aumentar los delitos de atentado, de agresión a los policías incluso de paisano... El principio de autoridad se había perdido un poco en la ciudad”. El presidente y el anterior superintendente concibieron la UIR, “una de las unidades de intervención pioneras en la Policía Local de toda España”, para “reforzar el trabajo en las barriadas y la seguridad del resto de agentes”.
No fueron fáciles los primeros pasos: “Estuvimos 9 meses que no parábamos de lunes a domingo: el Príncipe se había convertido en un lugar casi inaccesible para la Policía y estábamos allí las 24 horas casi; reforzábamos los controles de tráfico, que entonces eran muy conflictivos...”, rememora Oliva. García concreta “una de sus primeras intervenciones”, la de brindar apoyo a la Policía Nacional en la barriada periférica después de que uno de sus funcionarios sufriera una herida de bala. Allí se vio por primera vez a efectivos de la Local vestidos de negro, como ‘los beltzas’ de la Ertzaintza, con cascos y escudos que casi no sabían usar. Aprendieron rápido y hoy enseñan a compañeros de todo el país sus destrezas.
Imparable, la de la UIR es una historia de superación y evolución de adaptación, personal y material. “Los primeros furgones eran blancos y pedimos que nos los pintaran de negro porque de noche éramos como dianas”, ejemplifica Oliva la adaptación, evolución y mejora “constante” de la unidad, que inicialmente despertó “recelos” en otras Fuerzas de Seguridad y sociales que ha sabido ir diluyendo a base de “profesionalidad” y trabajo en la calle.

La UIR fue una de las primeras unidades de intervención de Policía Local de toda España

En estos momentos la UIR es una colaboradora “habitual” de la UDYCO de la Nacional o de la Guardia Civil y las recurrentes polémicas que llegaban al Pleno con formaciones exigiendo su “disolución” por “racista” han dejado de producirse hace años. Por el camino, agentes como Oliva han cosechado experiencias como atender un parto en plena calle en Hadú, junto a la antigua joyería de Chano: “Nos llamó un chaval, nos bajamos y vimos a la mujer allí agarrándose la tripa diciendo que no podía más y efectivamente tuvimos que agarrar y tapar al bebé, quitarle el cordón umbilical del cuello… Empezó a llorar y unos nervios…”.
“Gratificante”, recuerda aquella actuación. Otras han sido más luminosas, incluso a nivel nacional, como la interceptación de un revólver que había robado ETA en Francia y encontraron en manos de un sujeto que acabaría arrestado por vínculos con el terrorismo de matriz yihadista o el BMW que incautaron a un individuo que acabaría inmolándose en Leganés en 2004.

De crispación a colaboración

Un camino labrado a diario. “Cuando empezamos fue duro y hubo mucha crispación… Al principio hicimos muchas detenciones para atajar esa falta de principio de respeto a la autoridad con la Policía y había que ser muy estricto en el cumplimiento de las normas... Los que cometían delitos no nos querían ver, pero empezamos a hacer ‘pateadas’ por las barriadas, también por el Príncipe, inicialmente con alteraciones, pero la gente mayor, la del barrio, lo agradeció mucho... ¿Hoy nos han tirado piedras? No pasa nada, al día siguiente volvíamos”, enmarca David M.
Estando a las duras y a las maduras. Así se han ganado a la ciudad, cree Oliva: “Ahora en el Príncipe, por ejemplo, no tenemos ningún problema: intervenimos a diario con una buena relación con los vecinos, nos conocemos sus nombres y si surge algo, un herido, un disparo, lo que sea, intentamos ir siempre. Tiene lógica. Si solo vas a reprimir, a que se cumplen las normas, pero cuando ocurre algo serio no subes, entonces el vecino dice: tú vienes aquí nada más a tocarme las narices, pero cuando tirotean la fachada no. Hay que estar siempre”, razona.

Oliva recuerda la asistencia a un parto en la calle en Hadú con especial emoción

Secunda su criterio García: “Los guetos se forman por no haber presencia policial. Yo prefiero estar en el zoco que en el Poblado porque me va a dar menos problemas. Ojalá pudiéramos tener presencia las 24 horas en los barrios que necesitan más policías”, suspira el agente, de 53 años, que coincide con sus compañeros en que esa zona anexa al puerto deportivo se ha convertido en su principal quebradero de cabeza por la proliferación de un perfil delincuencial “que va buscando bronca y puede ir armado” que antes no se detectaba tanto.
Un gran cambio. Toparse con actitudes delictivas en jóvenes cada vez más niños, inimputables, es otro motivo de preocupación para veteranos que ya han lidiado con ‘malos’ de dos generaciones distintas: “Hemos detenido a niños de 12 años por apedrearnos y portar armas blancas y cuchillos de grandes dimensiones que se utilizan en ocasiones se está convirtiendo en una moda”, lamenta Oliva. Daniel M. también muestra su desazón por que “las armas de fuego han proliferado, incluso largas, también entre menores: fusiles de asalto AK-47, subfusiles UZI... Vamos a tener que evolucionar, dotarnos de otras herramientas, porque nos quedamos sin capacidad de repeler posibles agresiones de ese tipo”.
No solo eso. Los pioneros también desean otros avances como incorporar perros a la unidad y presumen del renombre que, en toda España, ha adquirido el curso que organizan cada dos años: “Durante 4 días sometemos a los participantes a estrés, falta de sueño, mucho trabajo físico, autocontrol… Enseñamos a trabajar en equipo como en una ciudad donde no hay grandes manifestaciones, pero sí alteraciones del orden público grandes, a actuar en barriadas, a callejear, a solventar incidentes de 20 o 30 personas con equipos de 6 o 8 policías”.
Con una sola mujer en su plantel en estos años, Gema Muriel, la unidad, que empezó a trabajar bajo el mando del subinspector Jesús Ortiz, cuenta ahora con 33 agentes bajo la dirección de José Ramón Galván. Los veteranos esperan que la próxima ampliación con 8 efectivos anunciada los dote de savia nueva: “Deseamos que entre gente joven con ganas para transmitirles nuestro conocimiento y experiencia”, reconoce David M. García también anhela “ese relevo generacional” que beba de la “leyenda” trabajada estos años: “Antes”, ejemplifica Oliva, “llamabas a alguien y se echaba a correr, pero hoy viene... Hay un respeto que se ha ganado con los años”, se congratula.

La UIR se ha incautado de un revólver robado por ETA y ha topado con terroristas inmolados

A su juicio “lo bueno y lo malo que tiene esta unidad”, la presentan quienes mejor la conocen, “es que sabes a la hora que entras, pero nunca a la que sales... Si estás en la casa te puede sonar el teléfono y tienes que venir corriendo. Nosotros tenemos un protocolo para avisarnos y en 15 minutos, si nos llama el inspector, un equipo de 10 agentes está en la calle”.
Felices con la presión de reaccionar con la celeridad del rayo que acompaña al puma de su indicativo, asumen la enrega del que está “para todo”, desde supervisar la entrada en los colegios por la mañana hasta controlar licencias de apertura, para guardar la seguridad ciudadana en el Príncipe o los Rosales y para sancionar un mal estacionamiento.
“Es lo bueno que tiene que estar en la UIR, que lo tocamos todo, desde lo más básico de la Policía Local a lo más puntero”, recapitulan.

“Las noches van pesando más, pero es gratificante”

La UIR ya ha vuelto, como en sus inicios, a tener presencia en las calles de lunes a domingo. Contar con el doble de efectivos que en 2002 permite, eso sí, aliviar la carga que para los agentes supone su tarea. “Cuando viene la Feria, Navidad, cualquier festivo señalado, es trabajo para nosotros sin posibilidad de acceder a ningún descanso... Yo tengo cuatro hijos y no he podido llevarlos nunca a la Cabalgata de Reyes”, expone García, que, como sus compañeros, no lamenta su elección. El resto se han ido “por circunstancias personales, a destinos más cómodos...”. “Vas cumpliendo una edad y las noches pesan más, pero es gratificante”, resume Oliva, que destaca que “en esta unidad tocas todo: atracos, drogas, armas, asistir a un parto... Al que le gusta el tema policial, pues claro...”. Se queda, como ellos, que desde 2002 han intervenido en la crisis de mayo del año pasado (“72 horas seguidas en la calle”), tras los atentados de Casablanca con controles durante dos días, en los años de más asesinatos en el Príncipe.

Los pioneros

Jesús García, agente de la UIR: “Nos gustaría un relevo generacional para transmitir nuestra experiencia” David M., agente de la UIR: “Lo bueno y lo malo de la UIR es que sabes cuándo entras, no cuando sales” Antonio Oliva, agente de la UIR: “Éramos jóvenes, niños prácticamente, y no querían gente mayor ni ‘picardeá”

Dos décadas en nueve fotos

Pionera a nivel nacional, en veinte años la UIR ha disuelto “recelos” iniciales y se ha erigido social y policialmente como un referente de presencia permanente en la calle y profesionalidad. “Principio de autoridad” La Unidad de Intervención Rápida de la Policía Local nació en 2002, en unos años de convulsión y “pérdida del principio de autoridad”, con quince jóvenes agentes adscritos, número que ya ha duplicado actualmente y que llegará a 40 durante los próximos meses. En origen se centró en apoyar al resto de compañeros en la realización de cualquier actuación o control, hace veinte años “muy conflictivos”. Actualmente tiene presencia “diaria” en el Príncipe y percibe el “cariño” y el “respeto” del vecindario de “todas las barriadas”. El revólver que había robado ETA y otras gestas A lo largo de los últimos veinte años los integrantes de la UIR de Ceuta, una de las unidades dei intervención pioneras en las policías locales de toda España, han participado en varias operaciones o actuaciones que han activado o teniendo recorrido y repercusión a nivel nacional. Así, por ejemplo, los agentes recuerdan que “una vez detuvimos a una persona en el Príncipe que llevaba un revólver que había sido robado en Francia por ETA y posteriormente ese mismo individuo fue arrestado por su relación con temas de terrorismo”. También habían interceptado en un control e incautado un BMW a uno de los sujetos que se inmoló en Leganés en 2004. Las intervenciones de armas y drogas han sido una constante desde 2002, periodo en el que se ha generalizado cada vez más su colaboración con la UDYCO de la Nacional y con la Benemérita. Veinte años de constante evolución y mejora La Unidad de Intervención Rápida de la Policía Local ha evolucionado y mejorado sensiblemente desde que el 12 de agosto de 2002 salió por primera vez a la calle y empezó a utilizar, de forma innovadora en el Cuerpo, escudos, cascos de protección y otra uniformidad distinta a la de sus compañeros. Su indumentaria y equipamiento ha ido cambiando con el paso de los años, como su flota de furgones, originalmente blancos. Sus integrantes desarrollan anualmente ejercicios de tiro (uno cada semestre) y cursos de actualización en control de masas y otras materias.

Siempre a pie de calle

La presencia de la UIR es “continua” en toda la ciudad, con especial hincapié “en las barriadas con los índices delincuenciales mayores”. Atiende todas las grandes concentraciones de personas y tiene en el Poblado uno de sus ejes de intervención principales actualmente para evitar y prevenir incidentes.

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