Son muchos los vecinos de Ceuta que aprovechan los fines de semana para desconectar en la playa. La sombrilla, la toalla y la nevera portátil se convierten en indispensables en cuanto aprieta el calor.
Y entre todos esos básicos, hay uno que nunca falta: las bebidas frías, especialmente la cerveza. Pero, ¿qué pasa cuando llegas a la orilla y te das cuenta de que tus botellines aún están templados? Existe un truco muy útil que puede marcar la diferencia y que, además, es rápido, sencillo y científicamente comprobado.
El método lo ha popularizado el creador de contenido científico @breakingvlad, conocido por divulgar experimentos y consejos prácticos basados en principios químicos.
A diferencia de otras estrategias que resultan menos eficaces —como envolver la botella en papel mojado o introducirla directamente en el congelador—, esta técnica funciona incluso al aire libre y sin necesidad de electricidad.
Solo se necesita un poco de sal, cubitos de hielo y un recipiente donde colocar las bebidas. Con estos tres elementos básicos, se puede conseguir que una cerveza alcance la temperatura ideal en apenas unos minutos.
¿Cómo funciona este truco de hielo y sal?
La clave está en una reacción química muy interesante. Cuando se mezcla hielo con sal, se produce un fenómeno conocido como descenso crioscópico. Este proceso provoca que el punto de congelación del agua disminuya, es decir, el hielo no se derrite del todo pero sí consigue que el entorno alcance temperaturas más bajas que los 0 ºC sin llegar a convertirse completamente en líquido.
Este descenso del punto de congelación permite que las latas o botellas sumergidas en la mezcla se enfríen más rápido que si solo se usara hielo. Al mismo tiempo, la disolución de la sal es una reacción endotérmica: absorbe calor del entorno, lo que contribuye aún más a que la bebida pierda temperatura a gran velocidad.
El resultado es una refrigeración más eficaz y profunda que la que se logra con otros métodos caseros. En apenas cinco o diez minutos, las cervezas o refrescos están lo suficientemente fríos como para disfrutarlos en plena playa sin renunciar al sabor ni esperar una eternidad.
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Una técnica útil, rápida y accesible
Uno de los aspectos más valorados de este método es que no hace falta ser un experto en química para ponerlo en práctica. Tampoco se necesitan utensilios sofisticados ni conocimientos avanzados. Basta con llevar en la nevera un poco de sal —de mesa, sin más— y contar con algo de hielo. En cualquier cubeta, barreño o incluso una bolsa flexible se puede improvisar el recipiente donde enfriar las bebidas.
Además, este truco es perfecto para aquellos momentos en los que el calor aprieta y las visitas llegan por sorpresa. En vez de resignarte a beber una cerveza templada, puedes aplicar esta sencilla técnica y tener tus bebidas listas en cuestión de minutos.
Y no solo funciona con cerveza: refrescos, latas de tónica, zumos o cualquier bebida embotellada también se benefician de este truco. Es una solución universal y, lo mejor de todo, respetuosa con el entorno, ya que no requiere plásticos adicionales, ni productos químicos, ni desperdicio de recursos.
Adiós a los mitos del verano
Durante años, circularon multitud de remedios caseros para enfriar bebidas rápido: desde envolverlas en papel mojado hasta meterlas en el congelador por unos minutos. Algunos de estos métodos pueden funcionar moderadamente bien, pero ninguno iguala la eficacia del hielo con sal. Además, muchas de esas alternativas no son viables fuera de casa, especialmente en espacios naturales como la playa o el campo.
Ahora, gracias a la divulgación de expertos como @breakingvlad, más personas conocen este recurso útil que convierte cualquier nevera portátil en una mini central de frío exprés.
Así que si este verano te escapas a la playa y quieres mantener tus cervezas en su punto durante toda la jornada, no olvides este truco. Añade un poco de sal al hielo de tu nevera y disfruta de bebidas perfectamente frías sin tener que esperar. A veces, lo más simple es también lo más efectivo.