Diez de la noche en la barriada Juan Carlos I, ambiente festivo flotando entre los vecinos, luces de colores parpadeantes en lo alto de la calle, trajín que viene y va para celebrar, quien lo haga, Nochebuena. Diez de la noche del 24 de diciembre de 2010, un hombre aparca su vehículo, “donde siempre, cerca de casa”, y sale del coche, cuando, de repente, advierte la alborotadora cólera de un hombre a pocos metros de donde se encuentra, a unos metros ya del coche estacionado.
Pese a que nunca ha hablado con él, lo reconoce pues se trata de un nuevo vecino del barrio, un hombre que cree ubicar en uno o dos pisos arriba del suyo, un hombre que, se diría, se presenta de la peor manera posible: dándole cuatro puñaladas al hombre del coche, tres en el costado y una en la frente, “mostrando en todo momento”, defiende el agredido, “una actitud beligerante llena de odio y de una furia que desató después de preguntar que qué estaba mirando, un interrogante que quedó sin respuesta porque poco después ya no podía hablar y me retorcía de dolor”.
El desenlace de aquel ataque, más allá de la sangre derramada y de los meses que, según cuenta la víctima, tuvo que pasar entre dolores y bajadas en el estado anímico, se vivió ayer, martes, en la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta y por obra y gracia de lo que dictaminó el tribunal de la Sección VI.
Tales hechos narrados con anterioridad se juzgaron a través de una conformidad, la del agresor. De modo que A.A.A. cumplirá tres años y medio de prisión por cometer un delito de lesiones con arma blanca además de imponérsele una prohibición de aproximarse a la víctima, a su lugar de trabajo o a donde se encuentre, así como a comunicarse con ésta por cualquier medio durante un espacio de cinco años en ambos casos. Asimismo, A.A.A. indemnizará al hombre al que atacó con 14.000 euros. El juicio quedó visto para sentencia pero al ser una conformidad, la condena ya está dirimida por lo que únicamente queda que sea notificada por escrito al agresor.