Que en una ciudad como Ceuta se organicen simulacros ante riesgos graves que puedan sucederse es importante. Debe servir de hecho como lección para que todos los recursos de los que se disponen funcionen adecuadamente. Uno solo aprende de lo que antes ha probado.
Al igual que se trabaja por estar preparados ante situaciones de gran magnitud hay que hacerlo para afrontar las incidencias del día a día sin opción a fallos. Y en esto queda bastante por aprender sobre todo en la manera de canalizar la información para acudir a incidentes. Se han organizado foros y firmado protocolos precisamente para que todo funcione mejor, pero a día de hoy seguimos topándonos con situaciones difíciles de entender. No una sino varias.
Tenemos así situaciones esperpénticas como que Bomberos sea alertado por la caída de palmeras en plena Marina que han causado destrozos y cuando acuden con celeridad, acompañados de Policía, se topan con unas hojas en el suelo. ¿Quién da el aviso, cómo y de qué datos se nutre?
Tenemos sucesos a los que acuden unidades de todas las fuerzas de seguridad, bomberos y ambulancias porque se ha comunicado un hecho grave que después se constata como todo lo contrario. ¿Cómo ha funcionado el protocolo?
A la inversa se producen similares casos, trasladándose el pesar de los afectados por la tardanza en la movilización de los medios adecuados. En los sucesos recientes está aquel accidente moto con herido grave para cuya atención se tuvieron que personas hasta tres ambulancias distintas que no acertaban con los recursos de los que disponían.
Aprendamos de cómo coordinarnos ante grande riesgos, pero también a cómo abordar el día a día sin fallos, sin inversión sin sentido de recursos o, al contrario, con quiebras en la respuesta porque no se ha considerado importante lo que sí era.