Corría el año 1961 (yo tenía 9 años), cuando mi padre, Bernabé (que entonces tenía 38 años), llegó a nuestra casa de la calle Alfau, diciendo y proclamando: “¡YA TENEMOS CRISTO NUEVO!”. El anterior Cristo Crucificado de las Penas, fue sustituido por el actual Ecce Homo (Cristo sentado) con el varal entre sus manos, corona de espinas de “Rey” y capa roja. Es el conocido Cristo de la Humildad y Paciencia, perteneciente a la noble Hermandad de las Penas.
Muchos años han pasado, pero no puedo dejar de recordar y querer a mi padre, Bernabé Vicente Parrado. Recuerdo cuando llegaba la Semana Santa, él la vivía intensamente, volcado en la preciosa Hermandad de las Penas, con su Ecce Homo y Virgen de las Penas. Dos tallas preciosas, llevadas en procesión por los chicos de San Agustín y otros voluntarios. Siempre que paso por delante de la Iglesia de San Francisco, entro a “saludar” a las dos tallas y recordar a mi PADRE, así como “rezar a mi manera”; y “hablar con Bernabé”, que siempre está presente.
Mi padre era religioso, pero no beato. Tenía una mente abierta. Casi todas las mañanas, al levantarse muy temprano y desayunar, marchaba a caminar e ir a Misa (a San Francisco). Lo recuerdo, cuando yo, estudiando Magisterio (muchos compañeros-as se quedaban en mi casa a estudiar y “medio dormir”), él se despedía con un: ¡Hasta luego, niñas! Y nos gastaba una broma para animarnos. Siempre fue así con todos.
Miembros de la Hermandad de las Penas, e incluso amigos de mi padre, fueron felices sacando a la calle sus “pasos” del Cristo y la Virgen. Cuando en Jueves Santo procesionaban estos dos, mi padre nos decía que observáramos delante del “paso “de la Virgen, cómo una persona con una túnica celeste y blanca, levantaba un varal de Hermano mayor y lo hacía mover en sentido vertical dos o tres veces, entonces sabríamos que era él. Efectivamente, así fue y así lo vimos durante bastantes años. Mi padre era más “de Virgen que de Cristo”; sentía pasión por su hermandad y así nos lo transmitía a la Familia En aquella época de los años 60-70, yo, sencillamente acudía a ver los “pasos”, sin más. Pero con el paso de los años, me animé a salir acompañando al Ecce Homo, después de fallecido mi padre (1973). Nunca antes lo había hecho, pero fue en recuerdo a él que me animé a hacerlo. Entonces la túnica era (y sigue siendo), azul marino y de propiedad, con el cinto rojo. Yo quería saber qué se sentía bajo el capirote, cara tapada, sin hablar nada, en silencio absoluto. Para mí fue una experiencia espiritual más que religiosa, una vivencia en la que sentí mucha Paz y relajación; también mucho Amor. Hice intento de salir en varias ocasiones, pero por circunstancias meteorológicas (lluvia), los “pasos” no salieron. (No descarto volver a hacerlo más adelante; lo recomiendo, “te llegas a encontrar a ti mismo y valoras el silencio).
Hay otra Semana santa muy particular y entrañable para mí, cuando el los días previos a ésta, un grupo de alumnos míos, en el “Colegio San Bernardo” de Algeciras, y con mi ayuda, organizaron y ellos mismos confeccionaron (con sábanas) sus túnicas y capirotes, cual de auténticos “pasos” se tratara; también crearon con total majestuosidad estos, con cantidad de detalles. Bajaron unas escaleras, portando los “pasos” y meciéndolos como si fueran de verdad, con sus correspondientes imágenes. Una alumna portaba una especie de pequeño “botafumeiro” para perfumar con incienso el Colegio. El resto de alumnos permanecía en total silencio y respeto, algo que llamo la atención a todos. Una alumna, por aquel entonces “cantaora”, llamada Rocío Alcalá, nos deleitó con sus “saetas”, siendo muy aplaudida. Hoy Rocío, es una auténtica profesional. Después, algunos alumnos salieron al patio de recreo e hicieron un recorrido portando los “pasos” del Cristo y la Virgen. Otro alumno, desde una ventana, estuvo también cantando un “saeta”. Todo esto fue un acto muy emotivo e incluso mis compañeros quedaron sorprendidos por el resultado de la pequeña Semana Santa. A buen seguro, a bernabé le habría encantado ver a mis alumnos. De cualquier manera, ÉL, desde el Más Allá, seguro que los vio, escuchó y aplaudió de lo lindo.
"Siempre me ha gustado la Semana Santa (lo he vivido en mi familia), pero hubo algo hace unos años que me hizo dudar de algunas cosas"
Tengo que recordar que también en los días previos a la Semana Santa, en mi casa de la calle Alfau, las túnicas de los dos “pasos” de la Hermandad de las penas, se repartían gratuitamente a los cofrades que las quisieran. Nuestra casa era una auténtica feria, los chicos y chicas subiendo y bajando escaleras. Mi abuela, mi padre, mi madre, mi hermano e incluso, las prestábamos y los chicos y chicas, tan contentos. Por aquel entonces lo pasábamos muy bien con tanta algarabía de gente joven. Mi madre, María Luisa , también participaba en este evento, ya que fue “camarista” de la Virgen al igual que nuestra querida Tía Satu. Alberto, de la hermandad de las Penas, me regaló para ellas dos, dos preciosos marcos como recuerdo de su paso por la Hermandad.
Un recuerdo cariñoso para Montiel, Manolo Crespo (uno de los mejores amigos de mi padre), pepe Castro, indudablemente el mejor amigo de mi padre, José Manuel Sánchez Pérez, amigo y amante de la Virgen de las Penas, el cual llegó a conocer a mi padre tantos otros que no recuerdo. Para ellos y ellas, un abrazo fraternal allí donde estén.
Siempre me ha gustado la Semana Santa (lo he vivido en mi familia), pero hubo algo hace unos años que me hizo dudar de algunas cosas. Me encontraba yo por los alrededores de la Plaza de los Reyes, intentando ver entre la multitud, un jueves santo, al Ecce homo de nuestra Hermandad de las Penas; hubo algo que no me gustó, entonces a nuestra querida imagen de Humildad y Paciencia, la hicieron bailar e incluso inclinarse con total majestuosidad hacia la tribuna donde se encontraban las autoridades, esto no me gustó, pues Cristo, a pesar de quien era, no se arrodillaba ni inclinaba delante de nadie. La verdad es que me sentí mal, durante un tiempo fue así; pero tuve que reconocer que todo esto forma parte del Pueblo, y hay que entender lo que son las tradiciones. Yo no sé si esto y otras cosas le afectarían a mi padre hoy en día; él era un poco rebelde, en el buen sentido, y dado su “sentido del humor”, lo hubiera disculpado, ¡bien por ÉL!
En recuerdo a mi padre, Bernabé Vicente Parradp, al que tanto echo de menos y que me enseñó lo que es el “sentido del humor” tan necesario para poder sobrevivir en un mundo tan convulso y violento. ¡AL CIELO CON ELLA ¡ ! TE QUIERO!
P.D. Enhorabuena a las hermandades que han podido procesionar esta Semana Santa, entre ellas la mía, la hermandad de las Penas. ¡Por otro año más!