El Teatro Auditorio Revellín de Ceuta ha sido escenario este domingo de una tarde cargada de risas, complicidad y buen humor gracias a la actuación del humorista y actor malagueño Salva Reina con “Prohibido echarle cacahuetes al mono”, el nuevo espectáculo del artista que combina humor, reflexión y cercanía.
Ganador de un Goya y conocido por su participación en exitosas producciones como La Isla Mínima o la serie Allí Abajo, Salva Reina ha vuelto a demostrar por qué se ha ganado un lugar destacado en el panorama humorístico y audiovisual nacional.
Estilo natural y cercano
Durante aproximadamente hora y media, el artista ofrece un monólogo en el que, con su característico estilo natural y su inconfundible acento andaluz, relata situaciones cotidianas, anécdotas personales y observaciones irónicas sobre los comportamientos humanos.
Ya desde un principio el actor ha recalcado que, por su acento, era evidente que venía “del Norte”, evidentemente, de forma irónica, haciéndose con las carcajadas de todos.
Con “Prohibido Echarle Cacahuetes al Mono” ya anticipa un tono desenfadado que invita a las risas, y es que, pocos han sido los minutos que el espectáculo no ha estado marcado por estas.
“Con más calor que un pollo asado”
La avería del aire acondicionado en el Revellín también ha formado parte de su espectáculo, pues el humorista se ha preguntado el por qué hacía tanto calor en la sala, confirmando estar pasando “más calor que un pollo asado”.
Tal vez sería buena idea replantearse con urgencia la necesidad de solventar este evidente problema que afecta a la comodidad del público del Revellín.
Dejando a un lado este punto, el público ha quedado encantado con su actuación. La sala del Revellín se ha llenado casi al completo, habiendo quedado sin vender solamente en torno a cinco o seis entradas, según han informado desde el Revellín.
Un público encantado
Una evidencia más de la calidad y demanda que envuelven a este artista avalado por años y años de experiencia en el mundo del humor y la interpretación.
La respuesta del público ha sido brutal, porque no hay otra manera de explicar la colaboración, entrega, silbidos y el ruido que el público ha hecho, también fruto de la fusión que el actor consigue con su personalidad única.
Música y serpentina
Salva Reina se ha introducido entre el público, a quien ha animado con música y serpentinas. Este ha contestado con aplausos y poniéndose de pie frente a todo un artista con mayúsculas. Pocos espectáculos consiguen mantener las risas durante todo un monólogo.
Su actuación se presenta como un reflejo del pensamiento del artista sobre la vida moderna, la fama, la familia, las redes sociales y hasta los absurdos del día a día. Todo ello mezclado con esa mezcla única de ingenio y ternura que lo ha convertido en uno de los humoristas más admirados del país.
Improvisación natural
La actuación no tardó en conectar con el público desde los primeros minutos. Salva Reina ha demostrado su habilidad para leer aquello que el público demandaba, improvisar cuando era necesario y mantener un ritmo alegre que no decayó en ningún momento.
La cercanía ha marcado el encuentro entre este artista y su público, pues más que un espectáculo desde el escenario, parecía una charla entre amigos, salpicada de carcajadas y momentos en los que muchos se sentían identificados.
Un humor sencillo
Una de las claves del éxito del show ha sido precisamente su capacidad para equiparar humor y emoción. Si bien las carcajadas fueron frecuentes y sonoras, también hubo espacio para la reflexión y crítica social, mencionando, por ejemplo, a Shakira, su evasión fiscal y su problemita con Piqué. Reina no evitó tocar temas más profundos, aunque siempre con la ligereza que le caracteriza.
Así, reflexionó sobre la presión del éxito, las contradicciones del ser humano o el paso del tiempo, sin perder el tono amable y accesible que lo define.
El malagueño también ha aprovechado para compartir episodios de su carrera en cine y televisión, revelando el lado más humano de una profesión que, a pesar del glamour aparente, está repleta de inseguridades, improvisación y aprendizaje constante. Estas confesiones, contadas con humor y sin filtros, permitieron al público ver más allá del personaje y conectar con la persona, algo que no cuesta mucho con Reina.
Escenografía sencilla
La escenografía fue sencilla, sin artificios ni grandes despliegues técnicos, lo cual permitió que el foco estuviera siempre en la palabra, el gesto y la presencia del actor.
Esta elección se alinea con el estilo de Salva Reina, que no necesita más que un micrófono y su carisma para llenar el escenario y convertir el ambiente de allá donde va en risas y, sobre todo, en carcajadas.
Los aplausos eran largos y sentidos. Muchos asistentes destacaron la frescura del espectáculo, la naturalidad del humorista y la capacidad de hacer reír sin recurrir al humor fácil o vulgar. Salva Reina es de aquellos artistas que quedan en la memoria.
Una estela de carcajadas
Con “Prohibido Echarle Cacahuetes al Mono”, ha conseguido algo cada vez más difícil en el mundo del humor: hacer reír desde la honestidad, la inteligencia, la empatía y la espontaneidad, improvisando bromas y reconduciendo su espectáculo. Su paso por Ceuta no solo ha dejado una estela de carcajadas, sino también una sensación de calidez humana que va más allá del espectáculo.
Sin duda, una cita imprescindible para los amantes del buen humor y una muestra más del talento de un artista que sigue creciendo sin perder su esencia. El Teatro Auditorio Revellín ha vivido una tarde inolvidable, de esas que confirman que la risa, cuando nace del corazón, es el mejor de los lenguajes.
Lo que no está a la altura es el revellín, ni en sonido ni en iluminación y por supuesto la calor es insoportable. Además algo que solo se ve en Ceuta la impuntualidad de la gente que espera hasta el último momento