Cuando varias ideas entran en conjunción, aparecen una paleta de colores y unos matices que enriquecen el significado de esas ideas tomadas por separado.
Al cabo de esta reflexión, la doctrina que prevalecerá es que la normalización de los procesos asociados a la salud mental solo se entiende desde una política basada en el amor, es decir, en el desinterés, en el afán de servicio.
En una sociedad multi exigente e híper competitiva la política emerge como la única instancia capaz de lograr la igualdad de oportunidades, y de equilibrar la diversidad de capacidades, que de otro modo caerían en el desuso y en el olvido.
En un momento en que se habla mucho de políticas transversales, no se me ocurre un objeto más valioso e interseccional que la salud mental. Así, ¿qué grupo humano no considera a la salud mental como condición necesaria del bienestar?
Pero para practicar la política transversal del amor, y lograr el efecto último de la inclusión, la política, sus representantes, deben aparcar la lucha de intereses, y ofrecer un espacio simbólico donde todas las propuestas tengan cabida.
El ofrecimiento y la ciencia, así como la prudencia y la castidad de palabra, serán bienvenidas si es que sirven para dar con una solución práctica.
La política del amor debe tener claro que la libre concurrencia de los mercados, y de los talentos, es una variable que generará muchos ángulos muertos, si no se contrasta con la realidad que viven las personas con discapacidad. Y esto irá en perjuicio del dibujo final, o justicia. De hecho, así ocurre, y hay personas que pasan por la vida sin descubrir su verdadero potencial, o gracia.
Asimismo, gracias a la astucia propia de los políticos y políticas aventajados, podremos adelantarnos y vencer a las repetidas previsiones que los organismos de la salud hacen en relación a los problemas de salud mental.
Según los resultados de nuestro primer estudio sobre la situación de la salud mental en España, el 70 % de las personas encuestadas consideran que su salud mental es regular, mala o muy mala.
Esto habla de una merma importante de esa constante que es la salud mental, y nos aboca a un escenario de prevalencia que podría hacer descarrilar el Estado de Bienestar, y afectando gravemente a la salud pública.
Ante esta realidad, la política debe engrandecerse, mostrase madura, y reaccionar. Hay que crear una gran conciencia colectiva que sirva como cortafuegos, y actuar en tres direcciones: promocionar la calidad de salud mental en los ámbitos educativos y laboral; detección precoz y vigilancia en la atención primaria; y desarrollo de modelos recuperación que contemplen la continuidad de los cuidados y la progresión social de las personas afectadas.
La semilla de la salud mental germinará en el suelo fértil de la condición humana; si es que practicamos la política del amor. La política del amor nos llevará a amar la política.
El Comité Regional Extraordinario de la Unión General de Trabajadores (UGT) Ceuta se reunió este…
Corren de un lado a otro. Atienden explicaciones y, revueltos, se sientan o están de…
El Ministerio de Sanidad y el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos…
La operación llevada a cabo por la UDYCO de la Policía Nacional en Ceuta y…
La Policía Nacional ha actuado en el puerto de Almería contra un hombre de Marruecos…
La Federación de Petanca de Ceuta muestra su lado más solidario con la celebración del…