En siete meses la Guardia Civil ha intervenido más de 5.000 kilos de hachís. Un montante de droga que, teniendo en cuenta el periodo de confinamiento y de corte de la principal vía de entrada del hachís en nuestra ciudad, supone el reflejo del buen trabajo hecho por el Instituto Armado. Los niveles de decomiso se equiparan a los alcanzados en 2019, con la diferencia de que este año hemos sufrido el acoso de un virus que ha tenido sus consecuencias en todo: lo legal, pero también lo ilegal. La mayor parte de las intervenciones tienen que ver con la vía marítima, sobre cuya peligrosidad ya ha advertido la propia Asociación Española de la Guardia Civil, reclamando más medios de protección para los agentes ante la presión ejercida por las narcolanchas en su único objetivo perseguido de hacer llegar la droga a las costas peninsulares. La presión continúa así como la constante lucha contra estos tráficos, con unas condiciones complicadas ya que el trabajo hecho por el Servicio Marítimo se muestra en un escaparate idóneo para quienes trabajan de apoyo a las organizaciones controlando los movimientos que puedan llevarse a cabo en la base. Son dificultades propias de un trabajo que marca el día a día pero que no frena el alcance de buenos resultados.