Seguimos hablando de tomates, de coquinas, de cuatro pasteles. Seguimos hablando de lo mismo de hace años como si nada hubiera cambiado. En esta frontera en la que no sabe qué funciona bien y qué mal, continuamos con los debates sobre lo que te pueden quitar, lo que no, lo que es moralmente aceptable, lo que marca la ley o lo que dice un panfleto difundido hace ya tiempo por la Delegación del Gobierno y cuestionado incluso por alguna que otra administración.
Este Tarajal ridículo en el que nos movemos lleva a situaciones tan extrañas que impiden erradicar la etiqueta de tercermundista.
Se supone que ese control de mercancías que existe en cualquier frontera aquí funciona al peso, al ojo de un agente, a que el escáner funcione bien o no, a lo que se entiende en el momento que se puede pasar. Funciona, o mejor dicho no funciona, porque cuando un control se somete a improvisaciones varias tenemos como resultado una población en general mosqueada.
Hasta las propias asociaciones de guardias civiles han denunciado lo que sucede, no creo que sus representantes jueguen a lanzar chinitas contra los propios compañeros. Si ellos denuncian… qué nos queda al resto, ya me dirán.
En la frontera normal no puede haber turnos buenos y turnos malos. En Ceuta sí, por eso Tarajal es otro mundo. Cuando ocurre eso es que algo erróneo pasa, es que el sistema no funciona porque permite discriminaciones, o es que los mandos dejan que algunos agentes actúen a su manera quién sabe por qué razón.
No puede ser que llevemos toda una vida hablando de lo mismo, del régimen de viajeros, de lo que permite, de lo que puede pasar el filtro, sometiéndonos a criterios de delegados del Gobierno que o hablan demasiado o callan, ambos extremos son malos.
En medio de todo esto está el ciudadano, el que busca cruzar al otro lado para pasar el día y volver con cuatro compras asustado porque no sabe si podrá pasar, si se las quitarán, si hoy estará el turno malo, el bueno… como si esto fuera una lotería.
No hay seriedad, ni cambio, ni nada. Lo que antaño era el paso ahora se llama frontera inteligente pero la estructura es la misma y los efectos idénticos, tanto es así que si miran la hemeroteca de hace 20 años comprobarán que hablábamos de lo que estamos debatiendo ahora. Y seguiremos.