Las primeras horas de reapertura del paso entre Ceuta y Marruecos han cambiado poco la vida de Castillejos, la localidad marroquí fronteriza que antes vivía en gran parte del ahora extinto porteo –pase de bultos de mercancía de la ciudad autónoma al país vecino–, tipificado al otro lado de la valla de contrabando. Allí, los vecinos se resignan a buscarse la vida sin lo que antes les daba de comer.
Dos años y dos meses después, los pasos entre el país magrebí y Ceuta y Melilla abrieron esta madrugada sus puertas, pero lo hicieron con la firme intención de Marruecos y España de acabar con el comercio ilegal que nutría la economía de la zona.
En esta primera fase de apertura solo se permite acceder a las ciudades españolas ubicadas en el norte de África a los residentes europeos o personas con visado Shengen, lo que en la práctica descarta a las cientos de miles de personas de las regiones de Tetuán -cercana a Ceuta- y Nador -próxima a Melilla- que antes podían entrar y salir cada día en ellas sin necesidad de visado.
Eran esas personas las que se dedicaban al contrabando como porteadores –a pie o en vehículos—, pasando todo tipo de mercancía a Marruecos y vendiéndolas luego en el país magrebí a precios más bajos que los que impone el comercio legal, con aranceles que encarecen los productos.
No se sabe aún qué pasará con esta excepción en los visados -solo se ha dicho que habrá a partir de ahora unas visas especiales para Ceuta y Melilla-, pero en Castillejos se da por hecho que esta prerrogativa desaparecerá. En cualquier caso, el contrabando ya estaba suspendido de facto por Marruecos desde 2019.
Junto al recién reabierto paso del Tarajal, entre Ceuta y Castillejos, decenas de taxis esperaban esta mañana a recoger viajeros venidos desde la ciudad española, casi todos marroquíes que se quedaron "encerrados" allí y ahora por fin pueden volver a visitar a sus familias.
En uno de ellos Morad aguarda posibles clientes, resignado a que su negocio no volverá a ser lo mismo. "A partir de ahora trabajaré con turistas", dice a Efe en uno de los extremos de la rotonda.
Y señala hacia la plaza, ahora prácticamente vacía. "Nunca va a ser como antes". Y es que el comercio ilegal generaba ahí oficios tan variopintos como el de las personas que vigilaban la mercancía o los que ofrecían comida a los contrabandista que esperaban en las colas.
Trabajaban así para esos residentes en la zona, que tenían esa condición en sus documentos de identidad y gracias a ella pasaban, en días alternos hombres y mujeres, para volver a Marruecos cargados con los productos.
La actividad de Morad bajó un 90 % con la suspensión del contrabando y ahora espera que suba un 25 %, dice poniendo porcentajes a que antes hacía tres viajes al día y ahora casi no llega a uno. Gana, explica, 3 euros por jornada.
Ahmed Biyuzan, profesor y activista local contra el comercio ilegal, opina que la economía de Castillejos no era estable y creaba corrupción. Los contrabandistas pagaban sobornos, afirma, para ganarse el favor de los agentes, atraía a delincuentes y narcotraficantes y hasta Castillejos llegaban migrantes de todo Marruecos buscando trabajo.
"Ceuta no puede resolver los problemas de desempleo de Marruecos", opina sentado en un café con vistas al Mediterráneo y la Península Ibérica al fondo.
Biyuzan cree que no habrá protestas ni ahora ni cuando, el 31 de mayo, empiecen a dejar pasar solo a los marroquíes que aún tienen contratos en vigor en Ceuta para trabajar allí y volver cada día a sus casas. Son solo 300, frente a los miles que antes iban y venían empleados en la construcción, limpiando casas o arreglando jardines.
Fuera del café, en el paseo marítimo, decenas de hombres se afanan en pintar sus muros de blanco. Son empleados de una de las iniciativas que puso en marcha Marruecos para mejorar la economía de Castillejos y otras zonas del país, 'Awrach' ('Proyectos').
Allí está Younes, que no quiere dar su nombre real, y se queja de que lo que cobra pintando las calles en un mes (2.800 dirhams, unos 280 euros), lo ganaba antes en tres días de contrabando.
"Antes vívia muy bien de Ceuta, luego sufrí mucho durante un año porque no tenía trabajo y ahora esta ayuda sirve de algo, pero sigo pasándolo mal", dice.
Además de estos empleos directos, que Biyuzan cifra en 4.000 en la región, Marruecos está invirtiendo 400 millones de dirhams (unos 40 millones de euros) en la provincia de Tetuán en actividades económicas para crear nuevos nichos de empleos, según datos de la Agencia por la Promoción y Desarrollo del Norte.
Ha creado así una zona franca de almacenes, ya inaugurada, junto a Castillejos para gestionar mercancías provenitentes del megapuerto de Tanger Med, y que espera generar 700 empleos directos. Sesenta de los 76 almacenes ya han empezado a funcionar.
También tres unidades industriales para reciclar ropa de segunda mano que dan empleo a 1.362 mujeres y un programa de impulso del autoempleo al que se han presentado 179 proyectos de emprendimiento, asegura la agencia pública.
Munaim, que vende en su tienda comida, productos de higiene y de limpieza, muchos importados, también acepta el fin del contrabando, pero se queja de que la mercancía traída de forma legal es más cara y la gente no la puede comprar.
Confía, como los taxistas, en que la apertura traiga turismo, pero reconoce también al contrabando como parte del pasado y cree que la reapertura no conseguirá dar mucha vida a la maltrecha economía regional. "No esperamos mucho cambio".
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