Más de treinta niños de Ceuta se colocan bajo las trabajaderas de un paso. Adaptado a su tamaño, se meten en la piel de los costaleros. Este año es la primera vez para algunos de ellos y para otros la segunda o tercera. Enredados en diversión y juego entran en contacto con el mundillo.
No se trata de una simple fotografía llena de simpatía o de ternura. Detrás de ella está la intención de crear cantera para el futuro de las cuadrillas, una idea que nació en la mente de Blanca Vallejo, presidenta de la asociación vecinal del centro.
Ellos son parte de la conocida procesión de los niños, que tendrá lugar el 3 de abril en las calles de la ciudad. Ataviados con vestimentas típicas, recorrerán la vía pública arropados por sus familiares.
Relevo en la tradición
Hasta la fecha esta ceutí ha sido la que con mucho mimo y dedicación se ha volcado en dejarlo todo al punto para festejar este acto. Desafortunadamente por cuestiones de salud no puede hacerse cargo de los preparativos.
Alberto Ramírez toma el relevo en nombre de su abuela para postergar esta costumbre que nació hace más de una década. “Está siendo apasionante el seguir con esta bonita tradición que ella inicio hace quince años. Sigue con la misma ilusión que del primero”, explica.
“Lo más importante es meter ese gusanillo de la Semana Santa a los niños de Ceuta. Hace mucha falta”, expone. Este 2025 no lo ha tenido fácil. La pérdida del local en la plaza Nelson Mandela los lleva a cambiar de escenario.
Ensayos
Los casi cuarenta costaleros ensayan en el patio de la casa de la hermandad de las Penas. “Las fechas las ponemos sobre la marcha. Eso se hace de siempre. Las inscripciones están aún abiertas hasta el día dos”, indica.
Los que estén interesados en unirse a la cuadrilla todavía tienen ocasión de hacerlo en la propia cofradía entre las seis y las ocho de la tarde de lunes a jueves. “La salida será a las 17:30 horas en el colegio de San Agustín. Los acompañará la agrupación musical de la Amargura”, menciona.
La respuesta de los más pequeños es positiva, tal y como traslada. Lo ayudan en este proceso más caballas, entre ellos, Andrés Ramos, que también está involucrado en la planificación de la procesión.
“Estamos arrancando. El pasado 17 tuvimos la ‘igualá’ de ambos pasos”, cuenta este joven. “Estamos muy contentos. La participación cada año va a más. Contamos con más de 30 niños”, señala.
Ilusión entre los niños
Comparte emociones con Ramírez. Es para él relevante darle posteridad a esta iniciativa. “Su nieto es el primero que está tirando de todos. Es para mí una ilusión proseguir con este proyecto tan bonito por el que Blanca ha peleado durante tantos años”, expresa.
“Ella cuenta ya con su gente. Nosotros nos unimos para darles un impulso y ayudar todo lo posible”, incide. No son los únicos que experimentan esta clase de sentimientos. Los más pequeños también muestran “sus ganas” de una forma palpable en cada reunión.
“Ellos son el motor. Siempre se involucran al cien por cien. Es por cosas como estas por las que continuamos año tras año”, relata. Los padres también se ven de algún modo empujados a participar ya sea por sus hijos o por voluntad.
“Es de agradecer su colaboración”, especifica. “No tiene que ser fácil cuadrar horarios para este mes de ensayos y preparativos. Siempre están para lo que necesitamos”, manifiesta.
Sin lluvia
Una de las inquietudes de cara a este evento es la previsión meteorológica. Las precipitaciones no cesan, pero, al menos, han dado tregua de momento a estos niños. “Hemos tenido suerte. Comenzamos los ensayos el jueves y nos han respetado”, destaca.
“Esperamos que esta semana ocurra lo mismo y que podamos realizarlos con normalidad, sobre todo, porque nos queda poco para la salida”, indica. No solo apoyan a los niños en todo el proceso. Cuidan también de los pasos.
Esta vez han efectuado algún que otro cambio, pero es “mínimo”. La meta de estas modificaciones está orientada a la comodidad. “Son pequeños detalles. Lo principal es el mantenimiento y la limpieza”, cuenta.
Actualmente están inmersos en su renovación y dan un paso tras otro hasta conseguir la idea final que tienen en mente de aquí a un tiempo. La finalidad de esta tradición es la de incentivar la afición a la costalaría y a la festividad en sí.
“Es el motivo principal. Hacer que la semilla vaya creciendo y que ya desde bien temprano disfruten de este mundo tan bonito. Ellos son claramente el futuro de esto. Si todo sigue así puedo decir lo venidero está más que asegurado”, reflexiona.
¿Para postergar?
Parece ser que ha servido para que corrijan el error. Todos nos podemos equivocar