La inmigración anda revuelta y nadie sabe por donde irán los tiros en el próximo capítulo migratorio. Si hace una semana un inmigrante intentaba regresar a su país saltando la valla, ahora la última de las sorpresas ha sido la de tres subsaharianos que intentaron cruzar el Estrecho después de escapar del CETI en una patera de madera decomisada años atrás. La lectura es clara: los inmigrantes ya no confían en la administración que les deja durante años a la espera de una respuesta para luego recibir la sorpresa de que tienen que regresar al lugar del que tiempo atrás huyeron en busca de una vida mejor. El sistema falla y la prueba está en la incredulidad que despierta en ellos una administración que, lejos de agilizar su situación, sólo pone trabas y destroza esperanzas.