El juzgado de instrucción número 5 de Ceuta
ha levantado el secreto de sumario que pesaba sobre la operación Rond-Hornet, dirigida
por la Guardia Civil y la Policía Nacional para desarticular la primera red de toda España que se dedicaba a
traficar con hachís usando para ello drones.
La actividad de la organización era constante, llegando a mover gran cantidad de elevadores al día para introducir mercancía desde Marruecos ideando así la manera de seguir traficando una vez se ordenó el cierre de la frontera del Tarajal debido a la pandemia. De las pioneras investigaciones realizadas por los agentes, a cuyo contenido íntegro ha tenido acceso El Faro, se constata cómo la organización tenía su eje de control sobre el tráfico de drogas en la barriada del Príncipe, desde donde hacían pruebas con los distintos drones que iban adquiriendo para incrementar la capacidad del negocio. La organización trabajó activamente enfrentándose a los problemas surgidos por la pérdida de aparatos y relevando a su cúpula tras la muerte de quien las fuerzas de seguridad tenían investigado como jefe del grupo.
Se movía así un entramado en el que unas personas se encargaban de la recepción del hachís previamente adosado en los drones que viajan en el espacio aéreo entre ambos puntos y cuya parada última era la barriada del Príncipe. En los registros llevados a cabo por las fuerzas de seguridad en febrero de este año, se encontraron elevadores dentro de viviendas y en el garaje situado en las proximidades de la mezquita Ramadán.
El Instituto Armado, que comenzó la investigación después de que un miembro de los GRS advirtiera el 5 de septiembre de 2020 de la presencia de un dron que sobrevoló el perímetro fronterizo adentrándose en el Príncipe, recoge en uno de sus informes cómo las mafias se vieron obligadas a usar métodos cada vez “más seguros y sofisticados para garantizar el éxito de las operaciones”. Así, si hasta ahora pasaban hachís por mar o carretera, tuvieron que explotar el modus operandi de los drones al cerrársele la principal puerta de entrada de drogas que suponía el Tarajal.
El 9 de septiembre, el acuartelamiento de Recarga alertaba de la presencia de drones que, al igual que lo sucedido días atrás en la valla, habían tomado la dirección de la barriada. Los días 17 y 21 de ese mismo mes siguió detectándose el tránsito de estos elevadores siempre por la zona del perímetro, a la altura de la ITV o de la Finca Berrocal, dirigiéndose al que las fuerzas de seguridad ya tenían marcado como punto de control de los aparatos.
Los implicados no solo reactivaron con éxito una vía de movimiento constante de hachís sino que además violaban el espacio aéreo de Ceuta incumpliendo las leyes, pero garantizándose por contra el tráfico de las sustancias agenciadas a través de los colaboradores marroquíes.
El despegue de drones se llevaba a cabo también desde la barriada, registrándose salidas desde las inmediaciones del fuerte del Príncipe, la prisión de Mendizábal y la carretera del Ángulo, controlados desde la torre que a modo de rascacielos se ha convertido en todo un homenaje a la obra ilegal. En las investigaciones de las fuerzas de seguridad se recoge la actividad cuantiosa de este negocio, con “numerosas apariciones y visiones de vuelos nocturnos de drogas”, algunos de ellos próximos al perímetro.
El día 28 se localizó un dron en la carretera del perímetro con una carga de 4 kilos de hachís al que le seguiría, solo días después, otro en el barranco de las Lanzas con 5 kilos, constatándose el modus operandi adosando los paquetes al elevador.
La organización intentaba evitar ser controlada, comprobándose por ejemplo cómo uno de los drones intervenidos en las investigaciones figuraba comprado por un marroquí, sin domicilio en España, sin antecedentes y difícilmente localizable. De esta forma, el rastreo a su auténtico titular sería por tanto más dificultoso para los investigadores, que tuvieron que combinar las tradicionales técnicas de seguimiento a los sospechosos con otros medios técnicos para rastrear los drones, obteniendo información precisa sobre cuál era su ruta, lo que permitió a los investigadores anotar los puntos que posteriormente fueron objeto de registros en la madrugada del pasado 8 de febrero.
La instrucción judicial seguida durante estos meses ha evidenciado no solo la operatividad del grupo sino las ramificaciones del mismo, abriéndose esa nueva vía del narcotráfico que sigue operativa y funcionando con pequeños subgrupos derivados de ese inicial. La operación Rond-Hornet, si bien supuso el primer golpe asestado a este tipo de delincuencia pionero en toda España, no ha servido para terminar con unas prácticas que siguen buscando el negocio en el traslado de hachís con narcodrones y que han llegado para quedarse.
Los pases se hacen en cuestión de minutos y la cantidad de droga transportada depende de la capacidad del propio elevador. Los que de momento se han detectado en la línea Marruecos-Ceuta soportan cargas bien alejadas de los hasta 150 kilos que han llegado a ser decomisados en estos aparatos, convertidos casi en pequeños aviones con autonomía de vuelo de hasta 7 horas.
Los investigadores saben que se encuentran ante una vía de tráfico ya asentado en Ceuta y que no ha conseguido erradicarse con el operativo en el que colaboraron de la mano CNP e Instituto Armado.
Siguen interviniéndose aparatos, detectándose vuelos que terminan con rutas abortadas y trabajándose una autopista de la droga que supera fronteras y en la que las cúpulas que ejercen el mando son relevadas, sin descanso.