Este domingo cogí como siempre a mi hijo y mi mujer y me dispuse a dejar mi coche en la explanada de Juan XXIII. Pero me la encontré cerrada. Tuve que dejar mi utilitario en el interior de la citada barriada. Cruce la carretera por el puente y al mirar por encima del mismo observé que en varios lugares de la playa existían unos cercos de color marrón claro en varios puntos. Nos pusimos a platicar sobre está visión y no dimos con lo que podría ser.
Al llegar por el lugar donde están los aparcamientos del Chorrillo vimos unas vallas y un cartel donde especificaba un corte de carretera por la carrera nocturna de San Juan. En las escaleras de acceso a la playa también habían unas vallas y unos vigilantes de seguridad. En la zona donde nos podemos poner en forma, o sea, en las máquinas deportivas, había una furgoneta descargando, según los vigilantes, aparatos pirotécnicos para la fiesta de esta noche.
Todo este espigón estaba vacío. Justo entre el primero y el segundo había puesto un muñeco que parecía representar a un espantapájaros encima de una pila de palés. Lo lógico será que lo quemaran a las doce de la noche, víspera del día de San Juan. Seguimos la caminata y volvimos a ver las manchas en el mar del mismo color reseñado. Pasamos por la Ribera y luego nos dispusimos a llegar debajo de la puerta del reloj donde mi mujer compro los números de la Cruz Roja. Nos dirigimos hacia la Gran Vía y allí nos encontramos unos mosaicos preciosos en representación de las distintas cofradías de Ceuta que estaban puestos en el asfalto.
Como suspensión a los materiales había puesto césped. Y los artistas tuvieron como inspiración para hacer los escudos desde tierra hasta pétalos de flores. Una bella imagen. Y mira por donde que cuando llegamos a las puertas del Ayuntamiento salía nuestro flamante ‘chiquitín’ presidente de la Ciudad Autónoma de Ceuta, dando la mano incluso a unos policías locales que se encontraban allí.
Y se escuchó una frase dicha por una mujer felicitando por adelantado en la onomástica de Juan Vivas. “Muchas felicidades presidente”. Nos dirigimos hacia la playa de la Ribera y allí nos dimos un buen chapuzón.
Fue cuando mi mujer me recordó que el año pasado estuvimos en la playa de Villajoyosa (Alicante) donde tienen una costumbre muy bonita. Cada familia hace un boquete en la arena de la playa y hace una pequeña fogata donde antes de las doce de la noche del día de San Juan escriben todo lo malo que le ha ocurrido en el año y el papel lo queman en el fuego y luego hacen otra escritura donde piden todas las cosas que quieren que le pase ese año buenas. Y hacen la misma operación. Esperan a las doce de la noche y se dirigen todos juntos unidos de las manos hacia la orilla del mar y se introducen en él hasta la altura de las rodillas y saltan siete veces esperando que venga una ola. Luego los más atrevidos se bañan completos. Seguidamente cogen una lamparilla china encienden la vela que llevan a dentro y la elevan hacia el cielo. Es un conjunto visual perfecto.
Bueno... por respeto me callo cualquier tipo de comentario.