La Consejería de Fomento, Medio Ambiente y Servicios Urbanos ha empezado a colocar en las calles de Ceuta 30 contenedores inteligentes de última generación para residuos textiles.
La normativa ordena que se realice la recogida y la realización de campañas de difusión, comunicación, sensibilización y seguimiento de su implantación en Ceuta.
Los contenedores de ropa emergen como una respuesta directa a la necesidad de una gestión responsable de nuestras prendas. Estos contenedores están diseñados para recolectar ropa que ya no usamos, facilitando su reciclaje, reutilización o donación. Esta iniciativa nos permite, no solo reducir el desecho textil, sino también darle una segunda vida a nuestras prendas.
Esta línea, cabe señalar que la Ley de Residuos obligará a que todos los municipios recojan textiles separados a partir del 2025. Así pues, si para entonces no cuentan con contenedores deberán ofrecer otros sistemas, como podría ser la recogida a demanda o el puerta a puerta.
En esta ciudad el vandalismo urbano es el pan nuestro de cada día: quema de vehículos, quema de contenedores de plástico, papel y ahora, quema de contenedores de ropa.
Un contenedor inteligente cuesta 1.400 euros y el Ayuntamiento ha instalado 30. Total: 42.000.
Pero no es el hecho del valor económico, es el civismo, la solidaridad, el reciclaje, el valorar qué podemos hacer los unos por los otros con gestos que no suponen ningún esfuerzo.
¿Por qué tanto vandalismo gratuito? ¿En qué estamos fallando como colectivo, como sociedad, como ciudadanos?
¿Gastamos nuestros recursos en poner cámaras de vigilancia en cada esquina o nos ponemos manos a la obra y codo con codo?
La escuela, la familia, las instituciones, todos y todas tenemos que aportar toda nuestra energía para que el planeta no saque una tarjeta roja y nos expulse definitivamente de la tierra.
¿Cómo evitar esta devastación y destrucción, este daño que nos pone en jaque cada vez que sucede?
¿Y si Ceuta fuera el mundo en mi miniatura, un laboratorio de ideas? ¿Por dónde empezar?
El respeto y cuidado comienza por uno mismo, por pensar en “¿Qué pasaría si todos hicieran lo que yo hago?” Si lo individual trasciende a lo colectivo, si lo que no lo quiero para mí no lo quiero para los demás, empezaríamos a poner la primera piedra.
Cacas de perros, contenedores quemados, basura en las calles, escombros, corrupciones de todo tipo, solidaridad con los desfavorecidos...
No estaría nada mal comenzar con los contenedores de ropa y seguir con otros menesteres.
Mientras tanto tendremos que leer este cañonazo. Lo mismo nos despierta de la sordera que habitamos.