La Biblioteca Pública del Estado de Ceuta acogerá el miércoles a las 19.00 horas la proyección de la película ‘Accidente sin huella’ (‘Que la bête meure’, 1969) en el marco de la programación del cineclub ‘El Cine por delante’ de Rafael Morata.
“Si algo me he propuesto esta temporada”, ha justificado la elección, “además de acometer nuevos retos y sendas (mini-ciclos temáticos, obras de gran duración, introducción de series cinematográficas…), es ir cubriendo las atronadoras ausencias de los grandes directores de la Historia del cine que me importan y han enriquecido mi cinefilia y mi visión de la vida para darlos a los demás en nuestras inolvidables sesiones de cine”.
Uno de ellos es Claude Chabrol, que a ojos de Morata tiene en la elegida para esta semana “una de sus mejores películas”.
Perteneciente a la ‘Nueva Ola Francesa’, Chabrol, fallecido en 2010, fue “uno de los últimos supervivientes de aquel importantísimo movimiento y una de sus figuras clave más prolíficas, ya que con más de setenta obras fue llamado, con justicia, el Balzac con cámara”.
Tanto el suspense como las tramas policíacas, géneros en los que se movió casi siempre, le sirvieron como simple excusa para abandonarse en cuerpo y alma a lo que realmente le interesaba: la disección despiadada, cruel, fría y pasional a la vez, de la burguesía de provincias francesa, la radiografía de la descomposición de una sociedad víctima tanto de su opulencia como de su hipocresía.
“Sus películas parecen fluir tranquilas, en calma, pero en todo momento no dejamos de sentir una incómoda tensión, un malestar y una violencia subterráneas que acaban explotando cuando el espectador tiene asumido que tendrá lugar, sin pillarle desprevenido, lo que amplifica las intenciones de Chabrol”, relata Morata.
Capaz de rodar “obras maestras y películas olvidables. alimenticias o comerciales cuando los fracasos de público o las estrecheces económicas obligaban, el cine de este coloso “conoció varias etapas de esplendor, especialmente su colaboración con el productor André Génovès entre 1967 y 1974, a la que pertenece ‘Accidente sin huella’.
La trama se desarrolla a partir de un chico muere atropellado por un conductor que se da a la fuga y su padre decide investigar y encontrarlo por su propia cuenta.
Este argumento, “trillado ya en la época y no digamos en el triste, previsible y manido cine comercial norteamericano de las últimas cuatro décadas”, servirá al inconformista Chabrol para realizar “un fascinante, macabro y a la vez extraño estudio sobre la venganza y sus peligros, cuya originalidad radica precisamente en que el director rehúye cualquier lugar común...”. “Y hasta aquí puede leerse”, avisa, “ya que dar un paso más atentaría contra la voluntad del maestro francés para con su obra y su público, que no es precisamente la de mantener el suspense, manipular burdamente al espectador o jugar con los hechos que se muestran sino la mismísima responsabilidad moral de la venganza”.