Hablar de agua en estos días es como hurgar en la herida abierta de muchos ceutíes.
La siempre añorada agua en los tiempos de sequía se desbordó, como era previsible, entre nubes negras, truenos que rompen los canales auditivos, rayos que caen sobre las casas…¡¡tres meses!! ¡¡ya está bien!! Tanta queja sobre la sequedad de la tierra trajo consigo el enfado del cielo y éste, cansado de oirnos decir que las ranas del pantano llevan cantimploras, se dijo: ¿Quereis agua? Pués ahí va eso.
En el camino dejó el agua en todas y cada una de las calles de esta ciudad autonoma que, cada vez, es más autónoma y menos ciudad; porque al contrario de lo que sucede por otros lares, aquí nos dedicamos a sacarnos los colores unos a otros, mientras se nos llena la casa de agua y de esta forma seguimos sin aprender que lo que el agua reclama es su sitio. Un sitio que en muchas ocasiones lo ocupan casas, pisos, garajes y trasteros. Un sitio que no se sabe como, dejó de ser vaguada para convertirse en un edificio de cuatro alturas, o en unos preciosos adosados, o un elegante y oscuro chalet de no se sabe quien, ni como lo ha pagado… y todos nos entendemos. El agua reclama su cauce pero resulta que su cauce fue, incomprensiblemente, autorizado a construir, y claro, ahora vienen las consecuencias de tanto descalabro… Zonas como Sarchal, Las Balsas, Juan I de Portugal, Pozo Rayo, Monte hacho, Recinto, Carmelitas, Polígono, Miramar, Benitez, Cría Caballar, etc, etc, etc…y las siempre activas de Principe, Almadraba y Benzú. Y gracias…porque si Ceuta tuviera la configuración geográfica de la hermana Melilla, es decir, si fuera plana, la mayoría de nosotros estaríamos nadando en la bahía y lo peor de todo sería que cuando nos recogiera la Guardia Civil, nos metería en un centro de acogida de emigrantes…
De los errores se aprende y la Naturaleza nos enseña, en constantes ejemplos que se dan en el mundo y que las televisiones nos muestran a diario, que no se puede jugar con los elementos. Que el cambio climático ya está aquí y que desde hace ya bastante tiempo, la Sabia Madre nos viene enseñando que está cansada de tanto despropósito y tanto “aprovechao”. Si los cauces naturales generados por el agua durante siglos, han sido cerrados y tabicados, entonces la destrucción está garantizada y cuídense de que en el futuro no ocurran otro tipo de desgracias del que arrepentirnos porque la culpa será, única y exclusivamente nuestra.