La falta de una adecuada definición sobre lo que se quiere y pretende en torno al puerto deportivo de Ceuta permite la sangrante presencia de auténticas lagunas en materia de seguridad y de control.
Esta misma semana intentaban robar hasta en dos ocasiones y en cuestión de horas una embarcación del club de buceo Kraken, poco antes se apropiaban de una moto de agua y más atrás en el tiempo se quemaba una phantom asociada al conocido como Tayena.
La asociación de Usuarios del Puerto deportivo no tardó en refrescar sus históricas críticas sobre lo que sucede en este entorno, abandonado ya por la Guardia Civil y reconvertido, en parte, en un recinto en el que cada vez abunda más un tipo específico de embarcaciones: cascos y motos, hasta el punto de mermar el espacio para los barcos en tránsito que tienen problemas incluso para disponer de espacio.
Los atraques denominados de cortesía tienen que estar en número suficiente para atender la llegada de embarcaciones turísticas de paso que, en muchas ocasiones, se topan con la imposibilidad de poder permanecer en el único deportivo habilitado en Ceuta.
Los atraques mayoritarios actuales suponen dinero en caja pero la imagen que se ofrece recuerda más a la época de finales de los 90 y primeros de 2000 que a la visión turística que pretende vender la Ciudad y que de hecho motivó que se instara al Instituto Armado a abandonar la torre, desplazándose a la lonja de pescadores y evitándose así esas imágenes de intervenciones asociadas al tráfico de drogas o inmigrantes.
El resultado no es el esperado puesto que ante la ausencia de esa fuerza de seguridad y la falta de mayor espacio horario para el control por parte de la seguridad privada aumentan los robos e intentonas.
El problema de esa falta de definición no solo se plasma en la imagen ofrecida de inseguridad sino también en el nulo control que existe sobre las embarcaciones que, procedentes de Marruecos, atracan en el deportivo ante la inexistencia de un punto de verificación de la Policía Nacional.
Durante esta semana han atracado varias embarcaciones marroquíes, sus ocupantes han bajado, no han tenido que sellar en ningún lado, nadie ha controlado el número de personas que descendía y su identidad así como quiénes eran los que después regresaban al barco para marchar a su país de regreso. A la inversa no sucede lo mismo. Marruecos sí controla sus puertos con ese tipo de acción pero en Ceuta no, lo que se traduce además en una discriminación en cuanto al tránsito que se produce por la frontera del Tarajal, sometido a la presentación de documentos de identificación así como sanitarios que garantizan la administración de las vacunas correspondientes.
En este periodo estival la llegada de embarcaciones procedentes del vecino país ha aumentado de manera considerable. El justo número de personal en el puerto deportivo hace que en muchas ocasiones sea imposible que el propio marinero, que tiene que encargarse de varias labores en solitario, pueda atender todos los frentes abiertos.
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