Con la llegada del verano, las playas de Ceuta se llenan de bañistas tratando de sofocar las altas temperaturas típicas de está época. Ese es el momento en el que la empresa Marsave pone toda la carne en el asador para que todo transcurra con total normalidad y no haya que lamentar ningún percance en estos espacios.
Operativos desde el día 1 de junio hasta el 15 de septiembre, Marsave vela por la seguridad de todos los ceutíes tanto en la arena como en el mar desde el año 2016. “El dispositivo de Marsave cubre con socorristas las playas del Tarajal, la Almadraba, el Chorrillo, la Ribera, la potabilizadora del Desnarigado, San Amaro, Benítez y Calamocarro”, explica Josep Solé, uno de los responsables de la entidad .
Además, dispone de tres embarcaciones, dos motos de agua y una embarcación semirrígida con las que da soporte en el agua y cubre toda la costa de la ciudad autónoma.
Aparte de todo esto, como refuerzo, Marsave cuenta con dos ambulancias. Una básica con técnicos de emergencias sanitarias y otra avanzada con un técnico, un enfermero y un médico, “pues si ocurre cualquier cosa en las playas de Ceuta podemos activar estos recursos”, comenta Solé.
La entidad posee una plantilla de unos 70 efectivos distribuidos por diferentes zonas
Para completar el dispositivo, en los módulos de socorrismo, “también tenemos una persona titulada en Enfermería que da soporte a todas las pequeñas curas que pueda haber y, si la situación lo requiere, tener a un sanitario sobre el terreno antes de que llegue la ambulancia”, destaca uno de los responsables de la entidad encargada de la seguridad en las playas ceutíes.
Todos ellos con su titulación pertinente pero que va reforzándose a través de las prácticas con el objetivo de “estar todos bien coordinados con el equipo, porque al final todos tenemos que saber lo que tenemos que hacer para que todo salga perfecto”, señala.
Una plantilla de unos 70 efectivos que velan por la prevención y seguridad de los bañistas y que, si la situación lo requiere ponen en marcha un protocolo para que no haya que lamentar ninguna desgracia tanto en al arena como en el agua.
“Cuando el socorrista es avisado en la arena se encarga de informar al responsable del módulo y este es el encargado de decidir si debe ir el sanitario a valorarlo y, si fuera algo más grave, se avisaría al coordinador del servicio para ver si en ese caso concreto se necesita la asistencia de una ambulancia”, declara Josep Solé.
Estos son protocolos encaminados a que se realice la intervención lo más rápida y eficientemente posible para que la persona afectada, si lo necesita, llegue al Hospital a la mayor brevedad.
Por otra parte, en el caso de que el percance sea en el agua, el socorrista se lanza al agua y avisa al responsable de módulo de la situación que está viendo y a qué distancia aproximada se encuentra el suceso en cuestión de la orilla. “En ese caso, el responsable del módulo es el que valora si avisar a la moto de agua o no, porque si está lejos de la orilla esta puede antes para que el rescate sea más rápido”, expresa.
Ya dependiendo del estado de la persona en cuestión se alertará a la ambulancia, si se la necesita, “para que la actuación sea lo más rápida y eficiente posible”.
La coordinación entre todos los agentes es esencial para solventar posibles contratiempos
Asimismo, Solé detalla que la gran mayoría de trabajo que tienen en la playa es la de “prevenir cualquier percance y a visar a la gente de posibles peligros”. El objetivo de esta prevención es el de evitar tener que realizar grandes actuaciones: “Si conseguimos prevenir las posibles situaciones comprometidas al final no tendremos que hacer grandes actuaciones en las que la integridad de las personas se hayan visto comprometidas”, razona.
La formación de olas en la orilla o los saltos desde las piedras suelen ser algunas de las situaciones en las que tienen que intervenir. “Nosotros vamos a donde sabemos que es peligroso y pueda haber este tipo de situaciones con la intención de prevenir para que todos podamos disfrutar del día de playa”, explica.
Además, añade que en el mes de junio la situación fue tranquila pero en estos meses de julio y agosto sí han tenido más ajetreo. “El mes de junio la verdad es que fue sosegado, pero en julio y agosto se nota que bajó más gente a la playa y estamos recibiendo muchos avisos y alguna que otra actuación que hacer”, señala.
Avisos que suelen ser diferentes dependiendo de la playa en la que se encuentre el socorrista. Un claro ejemplo de ello son las redes de medusas que se encuentran en la bahía sur, que provocan que tengan que tengan que advertir en repetidas ocasiones a los bañistas para que no se suban en ellas “porque se rompen y provocan que estas no puedan desempeñar su trabajo, que es evitar que entren las medusas”.
En la bahía norte, Solé explica que suele haber algo más de oleaje “y hay otro tipo de avisos como que la gente tenga cuidado al entrar y al salir del mar con los niños pequeños”.
Por otra parte, en la playa del Desnarigado, al existir una gran cantidad de rocas, “los socorristas tienen que estar una gran parte del tiempo avisando de la existencia de estas piedras, para que no haya que lamentar ningún sobresalto y esté todo seguro”, apunta.
Para terminar, en la zona del puente del Cristo lamenta que en algunas ocasiones “hay gente que intenta saltar a pesar de que pasan embarcaciones bastante grandes y puede ser muy peligroso”.
“Damos muchos avisos en todos lados pero sí es verdad que en cada playa tiene sus peculiaridades, por eso también tenemos a los responsables de módulo que saben como funciona cada lugar y saben con las cosas con las que hay que tener cuidado”, finaliza.
Una labor muy importante la de los miembros de Marsave, que trabajan por la seguridad de todos y que están dispuestos a intervenir para que los bañistas puedan tener un estupendo día de playa.
