Opinión

Premios del Arma de Ingenieros

En todos los Ejércitos del mundo existen formas de estímulo y procedimientos de gratificación con los que se distingue al militar o a sus colaboradores con recompensas militares, por reglamentos y disposiciones que se agrupan en tres grandes apartados: Premios, Ascensos, y Condecoraciones. Cada año se conceden entre los destinados en las unidades de Ingenieros los premios: «Vizconde de Eza», «Español Incógnito», «Marva» y «Diruel», con ocasión de la festividad de San Fernando (30 de Mayo), Patrón del Arma de Ingenieros.

Premio «Español Incógnito»

En 1843, siendo Inspector de Ingenieros el General Zarco del Valle, un personaje anónimo suscribió en «láminas de deuda», un capital de 40.000 reales para que, con los intereses anuales, «se designen a premiar a las clases de Tropa del Cuerpo de Ingenieros, de sargento 1° incluso abajo, que más se distingan en las escuelas teóricas y particularmente en la práctica». El donante manifestó expresamente «la irrevocable condición a su modestia del derecho a que su mundo sea ignorado», por lo que dio lugar a que la Fundación y el Premio por él instituidos tomasen la denominación del seudónimo Español Incógnito, con el que fueron firmados los correspondientes documentos. La primera de las condiciones establecidas es la «irrevocable» de reservar su nombre, sin embargo, entre los Ingenieros militares, se cree que el antiguo Oficial del Cuerpo D. Manuel Varela y Lirnia, fue el Español Incognito fundador del Premio. Este Brigadier; que entre otros cargos importantes desempeñó la Subsecretaría del Ministerio de la Guerra, y la Dirección del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, escribió numerosas obras y Memorias de Ingeniería. Años más tarde, en1849, el General Zarco del Valle establecía las cuantías a repartir a cada uno de los premiados, a la vez que creaba la forma de perpetuar la recompensa en forma de unos distintivos que denominó «Coronas de Premio», fijando, además, el lugar del uniforme donde debían ir colocados y el material de que estarían hechos. “Estas Coronas serán de plata y se llevarán en la parte superior del brazo derecho, sobre la bocamanga de la casaca, levita o capote” según la disposición establecida. Las Coronas, diseñadas por el General fueron en un principio tres: Vallar para Zapadores, Mural para Minadores y Naval para Pontoneros. Sucesivamente, y a medida que los ingenieros militares se fueron haciendo cargo de otros servicios, aparecieron la ferroviaria, telegráfica y aerostática, esta última ya desaparecida. Durante la Segunda República, Manuel Azaña, Ministro de la Guerra, creaba el Cuerpo de Suboficiales, en el que a través de sucesivas disposiciones se les fueron concediendo derechos similares a los de la oficialidad; entre otros, el percibir quinquenios que anulaba los premios en metálico y varios en emolumentos tradicionales. Pero el “Español Incógnito”, por su carácter excepcional no sufrió transformación alguna en el Reglamento y, aunque creado en origen para unas clases que en su mayoría habían cambiado de grupo y situación profesional, siguió concediéndose a Cabos y Sargentos. En esta época había perdido el interés económico para adquirir un carácter honorífico. Las diferentes reformas han ido respetando el Reglamento del “Español Incógnito” y hoy, el premio constituye una reliquia en las tradiciones del Arma de Ingenieros por la festividad de San Fernando. Los Jefes de Batallón o Regimiento de Ingenieros siguen imponiendo la Corona de Plata a los suboficiales que más se han distinguido en la ejecución de trabajos o en labores docentes. Es un símbolo de trabajo y dedicación exhibido con toda dignidad y su continuidad en el tiempo, es un permanente recuerdo de aquellas Tropas de Ingenieros que hicieron del trabajo la razón de su existencia en los Ejércitos.

Premio «Diruel»

Fue instituido por circular de la Dirección General del Cuerpo, de 1 de abril de 1857 y modificado posteriormente en sesión de 18 de enero de 1909 por la Junta Administradora de dicho premio, para adaptarlo a la actual organización de las tropas de Ingenieros. El origen del premio lo estableció el Teniente General D. Gaspar Diruel, Coronel que fue del Regimiento de Ingenieros entre los años 1815 a 1820 y que falleció en Salamanca el 27 de diciembre de 1854 dejando en su testamento por su único albacea, al General Zarco del Valle, el cual, anunció al Cuerpo de Ingenieros en circular de 23 de noviembre de 1856 la donación de 40.000 reales por Diruel al Regimiento con el fin de que sus intereses sirvieran para premiar y estimular a los individuos de la clase de cabos, zapadores-minadores, pontoneros primeros y segundos, tambores y cornetas la buena conducta, subordinación y disciplina. Se establecía un premio llamado «Diruel», que, dividido en lotes, se adjudicaría a los cabos y soldados de las tropas de Ingenieros que más sobresalían por su buena conducta, subordinación y disciplina, siendo el Capitán de cada Compañía quien determinaría los acreedores al premio. Ningún individuo sería premiado dos veces, mientras haya otros acreedores al premio y no lo hayan disfrutado. Los primeros jefes expedían un certificado para cada uno de los premiados, en el que constará el hecho realizado, teniendo en cuenta que se les podría retirar en cualquier momento por la comisión de alguna falta. La entrega de los premios y certificados, en acto solemne, preferiblemente, el día de San Fernando, lo presidiría el Comandante General de la Región o, en su defecto, el Jefe de Ingenieros más caracterizado que sirva en la localidad, dándose a conocer los nombres de los premiados en la Orden del Cuerpo anotándose el premio en la hoja de filiación.

Premio «Vizconde de Eza»

No existen más antecedentes de este Premio que, el Acta de 1912, en la que se fija que la finalidad del mismo es premiar a las clases e individuos de Tropa que más se hayan distinguido por su ejemplar subordinación, cumplimiento de sus deberes militares y buena conducta. Consistía en una dotación económica, acordándose entregar cuatro premios de 100 ptas. cada uno. La Junta del Arma de 1971, acordó conceder cinco premios y un Diploma, sistema que se viene siguiendo hasta el día de hoy. En la actualidad, el premio, destinado a oficiales, suboficiales y tropa de ingenieros, recompensa la realización de alguna acción meritoria de especial relevancia, como pueden ser acciones de ayuda humanitaria que importen riesgo físico, u otras de carácter intelectual como la realización de algún trabajo u obra literaria relacionados con la profesión y en general cualquier tipo de acción que sirva para potenciar el prestigio del Arma y de sus componentes.

Premio «Marva»

Para perpetuar la memoria de los importantes servicios prestados, perteneciendo al Cuerpo de Ingenieros, el General de División D. José Marvá y Mayer, el Rey Alfonso XIII dispuso que, por Real Orden Circular 28 de Mayo del año 1926, se instituyera entre los Cuerpos y Unidades de Ingenieros el «Concurso y Premio Marvá». Se constituyó en el Banco de España un capital en títulos de la Deuda Perpetua Interior, cuyos intereses se destinarían a la adjudicación del premio, siendo administrado por la Junta Administradora de los premios de Ingenieros del Ejército. Dentro de cada Cuerpo podrían optar al premio, en los años que corresponda, un número indefinido de patrullas, mandadas cada una por un Sargento, desarrollando un terna de carácter práctico, peculiar del servicio correspondiente. El Jurado fijaría los temas y las condiciones que habrían de cumplirse para poder otorgar el premio; organizaría las Patrullas, determinaría la forma en que debe distribuirse el premio metálico elevándolo al General Jefe de la Sección de Ingenieros. Se entregarían Diplomas acreditativos de la concesión del premio al Jefe de la patrulla elegida y a cada uno de los que la compongan, en los que constarán inscritos los nombres de todos ellos. Un diploma igual se colocará en el local de la Compañía correspondiente, para estímulo y ejemplaridad de sus individuos. En 1912 se fijó la cuantía, para cada premio en 250 pesetas, exigiéndose que cada patrulla estuviera constituida por: un Sargento, dos Cabos y doce Soldados.
Que mejor que brindar por los premiados en tan día señalado.

Brindis de los Ingenieros

Cuenta un antiguo legajo
que he conseguido encontrar,
y que logré descifrar
con muchísimo trabajo
por estar en lengua extraña,
que el Dios Marte,
el camorrista,
pasar quiso una revista
al Ejército de España.
Una vez que se hizo cargo
de todo nuestro efectivo
se quedo muy pensativo
y exclamó:
"¡... Les falta algo...!"
Y como tiene en alta estima
a nuestra tierra, añadió:
"Por si arman guerra
les daré lo que les falta."
Dicho y hecho.
Ese día mismo y
en retorta colosal
mezcló en proporción igual
ciencia, lealtad y heroísmo.
Los vistió de azul y plata,
los selló con un castillo
y los mandó a nuestros lares
con letreros que decían:
ahí va lo que no tenían,
... Ingenieros Militares.
De obra tan sin reproche
tan contento el Dios estuvo
que en un banquete que hubo
en el Olimpo una noche,
cuando de brindar fue la hora,
Marte, el Dios de los Guerreros,
brindó por los Ingenieros
igual que brindo yo ahora.
¡¡¡¡Por los Ingenieros!!!!

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