Es difícil estar aquí dando la tabarra. Es difícil levantarse cada día para hacer lo que tienes que hacer sin tener ganas. Es difícil ver la playa y sentir el rumor de las olas y no querer escaparte allí a plazo fijo sin importarte absolutamente nada.
Dicho esto, creo que nunca ha dimitido ningún Presidente en este país y épocas nuestras, al menos que yo recuerde, excepto Suarez. De lo de antes de la democracia, está claro que Franco no, que ese se agarraba al poder en consciencia como gárgola a azotea y en inconsciencia como los que no quieren perder privilegios. No hay nada peor que te manejen los de alrededor- llamémosles camarilla-, nada peor que pierdas cochura antes de haber hecho una buena salsa en la que mojar el pan.
No entiendo de política porque es el arte menos artístico de hacer creer a la gente que te importan algo cuando lo único que te importa eres tú, por eso de Grecia y los gregarismos, las parafernalias y ser la mejor opción frente a la barbarie. Recordaba ayer mismo- con mi adolescente en preselectividad- los cambios políticos en España, lo mucho que se acordó y lo muy poco que lo valoramos, los que en ese entonces éramos niños y- como pescadilla que se muerde la cola- los que ahora son púberes. Es el problema de las relaciones, el no valorarlas porque el tiempo empolva todo, lo oxida y le quita brillo. No hay nada más ingrato que la política, ni nada más apasionante que esos primeros años de democracia en la facultad de Derecho. Hay muchos que han caído ya por el cáncer, la edad, el pasar de los años que no perdonan ni a líderes, ni a héroes silenciosos, porque en verdad en esta historia -como en tantas que tan vertebradoras son para todos- los que mejor se portaron fueron ellos, los de la soberanía nacional.
Nunca podríamos haber estado más orgullosos de ser lo que entonces fuimos, cuando gobernábamos nuestro destino entre todos a golpe de recién nacida democracia. No yo que no votaba por la edad, ni otros muchos que ahora son padres y abuelos sin que sepamos cómo se nos ha echado el tiempo a la chepa sin notar su peso, sino de aquellos que lo habían perdido todo y que -encontrando a la tan soñada libertad- acordaron lo que se pensó que era imposible entonces para conseguir lo que tenemos ahora. No debe ser fácil dar un paso atrás y dejarlo todo. No sé si para Suárez lo fue, seguro que no porque era polvorilla incandescente con esos ojos que a las matronas adineradas- y a las que no tanto- ponían las faldas a revuelo y la imaginación a desbordar almohadas, porque es lo que tienen los políticos interesantes que si alguno despunta por guapo, ya las señoronas (y las no tanto) se hacen un poster mental con sujeta. Pasó con Suarez, con Felipe González, supongo que con Aznar, Rajoy y puede que con Feijó. Con Pedro, al principio de su andadura sé que con esa treintena larga, todo el pelo en su sitio y esa facha de entre qué hago aquí y vengo porque me llaman, sacaba las mejores notas en las apuestas interesadas.
Ahora que hay aguas embarrancadas, que dicen que se va, me pregunto por qué yo me quedo o sigo escribiendo, por qué tecleo al compás de mis pensamientos cuando ya nadie lee la prensa escrita , ni hace otra cosa que creer mentiras y escuchar obviedades en las redes más bobas del planeta, que hasta Francisco ha tenido que sucumbir a la modernidad, él que ama lo tan añejo, quizás porque todo se sostiene a golpe de like como si el Sálvame muerto hubiera preñado a todo para plagar de absurdos, cotilleos, memes y falsedades, Internet entero.
Los que quieren coger cacho estarán deseando que se vaya, los que viven del acople temiendo que lo haga y los que soberaneamos con resignación, miramos para otra parte porque el face, el tinder, el walla y el insta nos tienen adoctrinados y adictos perdidos.
No sé si finalmente se va o quizás se quede, decidirán las altas empresas y la Banca como siempre. Yo parece que- al menos esta semana- entrego artículo. No sé bien para qué más que para demostrarme a mí misma que aún sé chasquear los dedos, al modo Thanos de destruir planetas por un afán dictatorial y absurdo de yo puedo.