Soy madre y ciudadana ceutí, y escribo estas líneas movidas por la indignación y la tristeza tras el reciente accidente de un pequeño de dos años en uno de nuestros parques infantiles.
Por suerte, fue atendido y se encuentra bien, aunque tuvo que ser evacuado por la falta de anestesista pediátrico en nuestra ciudad, una situación que lamentablemente ya conocemos muchas familias ceutíes. Pero más allá de eso, este suceso debería hacernos reflexionar profundamente sobre la seguridad y el diseño de los espacios donde juegan nuestros hijos.
La respuesta del Ayuntamiento, colocando carteles que indican que los menores de tres años deben estar bajo supervisión adulta, no es una solución, sino un parche. No basta con advertir: hay que actuar. Un cartel no evita una caída ni corrige un diseño inseguro. Además, aunque se indique que los menores de tres años deben estar bajo la supervisión de un adulto, lo cierto es que por más que los padres supervisemos, muchos de estos parques no son accesibles ni seguros.
"Cualquier padre se hace responsable de su hijo, pero la responsabilidad colectiva es ofrecer entornos seguros para todos"
Hay zonas donde apenas se ve a los niños, estructuras elevadas con poca visibilidad y materiales que provocan tropiezos. Y no se puede pretender que un niño pequeño solo use el tobogán o una zona limitada: cualquier padre se hace responsable de su hijo, pero la responsabilidad colectiva es ofrecer entornos seguros para todos.
No todos los niños crecen al mismo ritmo ni tienen las mismas capacidades. Algunos necesitan una silla de ruedas para desplazarse, pero eso no debería ser una barrera para que puedan jugar, explorar y compartir la misma ilusión que los demás. Que exista un proceso real de normalización y convivencia depende de nosotros, los adultos, y de las decisiones que se tomen desde las instituciones.
"Es hora de que se invierta en parques seguros, accesibles e inclusivos, pensados para todos los niños y niñas"
La ciudad debe tomar cartas en el asunto y crear zonas de ocio inclusivas, donde ningún niño quede fuera del juego por una cuestión de diseño o de falta de previsión.
En Ceuta tenemos ejemplos claros: el parque del castillo o el del barco, ubicados en la Marina, donde las zonas superiores son difíciles de controlar visualmente, están a bastante altura del suelo y cuentan con espacios en los que cualquier niño podría caer. No están pensados para todas las edades ni capacidades, y eso debería preocuparnos como sociedad.
Es hora de que se invierta en parques seguros, accesibles e inclusivos, pensados para todos los niños y niñas, donde puedan jugar juntos, aprender y disfrutar sin riesgos innecesarios.
Un cartel no protege; un diseño responsable, sí.






