Como en tantas ocasiones, el Congreso de los Diputados se ha convertido en una guerra civil de insultos, reproches, burlas, risas, gritos y descalificaciones.
Los correligionarios, arengaron a sus correligionarios con aplausos y haciendo sonar las bocinas en las que se convierten sus voces para ridiculizar al orador que está en el uso de la palabra.
A pesar de los intentos del pasado lunes por aparentar cordialidad, la líder de Sumar, ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda, no lograba disimular con sus gestos esa división en su postura respecto a la del equipo de la ministra de Hacienda.
La ministra Montero adornaba sus razonamientos frente a la oposición con el "y tú más", ya un clásico en la política española.
La vicepresidenta del Gobierno también hizo sus mofas y ademanes moviendo sus brazos como si fuera una directora de orquesta.
La oposición como siempre, negando todo lo que dice el Gobierno; aunque cagara oro el presidente para el erario público.
El portavoz del Grupo Popular, Miguel Tellado, explica que la vicepresidenta Yolanda Díaz dice que se entera por la prensa de lo que decide el Gobierno que va hacer o no. “Además, se ve obligada a callarse ante los casos de corrupción que afectan al PSOE”, apunta Tellado, al tiempo que cuestiona si de verdad “le merece la pena seguir formando parte del Gobierno”.
Tellado denuncia que Sánchez le compró a Yolanda Díaz su voto a cambio de un cargo en el Ejecutivo. “Su mantenimiento en el Gobierno es un fraude para su propio electorado”.
Tellado, dirigiéndose a Montero exclamo sobre Díaz : "La pobre no llega a más". Y así se quedó, más ancho que largo.
Y luego mentiras tras mentiras, echar mierda los unos a los otros y los otros a los unos. Faltar al decoro parlamentario mientras la presidenta del Congreso no puede parar el jaleo del patio de colegio que es el pan nuestro de cada día.
Si vamos a la Asamblea de Ceuta, más de lo mismo. Si asistimos a la asamblea de Madrid no te quiero ni contar.
El presidente del Parlamento balear, de Vox, rompe la foto de una víctima de la Guerra Civil y expulsa a dos diputadas socialistas, faltó nada para que les pegara una torta.
Jose María Gil Robles , líder de la derecha, pronunciaba un discurso en el Congreso en el año 1934, en el hemiciclo, en los bancos de la oposición, salió una voz que a grandes gritos señalaba: “Su Señoría es de los que todavía llevan calzoncillos de seda”.
Risas, voces, griterío siguieron a este exabrupto. Gil Robles esperó a que las aguas volvieran a su cauce, miró al diputado que le había interrumpido y le replicó de forma tan fina y elegante como sólo él sabía hacer: “No sabía que su esposa fuera tan indiscreta”.
Es una anécdota muy conocida, y con tanto estilo como aquella otra que protagonizó otro político irónico, mordaz y elegante: Winston Churchill . A él se dirigió Lady Astor, primera mujer que ocupó un escaño en la Cámara de los Comunes, y le dijo: “Si usted fuera mi marido, le echaría veneno en el te”. A lo que el político respondió con rapidez: “Señora, si usted fuera mi esposa... me lo bebería”.
Ahora nos hemos quedado en la chirigota, en la pedorreta, en el sacar la lengua y mover las manos desde las orejas, en la amenaza y en el vituperio.
"Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?" fue una frase pronunciada por Cicerón. ¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?
¿Hasta cuándo el Congreso y el Senado abusarán de nuestra paciencia?
Recuerdo aquella canción de los payasos de la tele:
"Había una vez...un circo".
¿Se imaginan que El Cañonazo de las 12 lanzara 25 cañonazos, uno detrás de otro?