Otra vez se repite la historia. Tras un breve periodo de tranquilidad después de la última oleada de violencia que sacudió profundamente nuestra barriada, observamos nuevamente señales claras de una tormenta que se aproxima con dolorosa familiaridad.
El aumento de actos vandálicos, la pérdida alarmante de principios entre nuestra juventud y el persistente abandono institucional conforman un patrón tristemente conocido que amenaza con revivir tiempos oscuros.
Esta realidad no solo afecta a nuestra barriada, sino que perjudica gravemente a toda Ceuta. Vivimos en una zona relegada al margen de la normalidad, donde la administración ha optado por mirar hacia otro lado, creando un entorno de desesperanza donde reina la ley del más fuerte.
Nuestros jóvenes, que deberían ser protagonistas de un futuro esperanzador, son abandonados a circunstancias que solo perpetúan exclusión y conflicto.
Los datos son elocuentes: aumento de robos menores, agresiones entre menores, deterioro de espacios públicos que deberían ser puntos de encuentro y convivencia, pero que ahora son focos de miedo y degradación.
Las familias, impotentes, observan cómo sus hijos se deslizan por una pendiente que conduce a la marginalidad, sin una red de protección efectiva que los frene o los acompañe. Las escuelas hacen lo que pueden, los centros sociales están desbordados o cerrados, y las oportunidades de formación y empleo juvenil son escasas o inexistentes.
Y mientras tanto, Ceuta entera pierde. Porque lo que ocurre en el Príncipe, en los Rosales o en cualquier otra barriada olvidada no es un problema aislado, sino un síntoma profundo de una ciudad fracturada. No puede haber paz social ni desarrollo real mientras existan territorios enteros sumidos en el abandono, con generaciones enteras expuestas a la desesperanza como única herencia.
A quienes nos acusan de ir siempre de víctimas, les decimos lo siguiente: no queremos compasión, queremos justicia. No hablamos desde la queja vacía, sino desde la experiencia cruda de quien ve cómo su barrio se desangra lentamente sin que nadie mueva un dedo.
Si levantar la voz para pedir que nuestros jóvenes tengan acceso a una vida digna es ir de víctimas, entonces seguiremos gritando. Porque no estamos llorando por nosotros, estamos luchando por ellos. Por los que vienen, por los que aún sueñan con un futuro distinto.
Y a los jóvenes de nuestras barriadas, les decimos con el corazón en la mano: no toméis el camino fácil del odio, la violencia o el delito. Muchos ya lo hicieron antes y sabemos bien a dónde lleva: a la cárcel, al sufrimiento, a la pérdida de vidas que aún no habían empezado a florecer.
Ese camino no tiene salida, solo deja dolor, cicatrices y familias rotas. Vosotros sois más grandes que vuestro entorno, más fuertes que las circunstancias. Buscad el cambio, buscad apoyo, levantad la voz, pero no os destruyáis. Porque sin vosotros no hay futuro posible.
La situación demanda una intervención inmediata y profunda por parte de las autoridades. No se trata de repartir culpas ni de caer en la resignación, sino de reconocer el problema en toda su dimensión y actuar con responsabilidad para cambiar el curso actual. Necesitamos políticas efectivas que aborden de frente el abandono estructural, la exclusión social y la violencia latente que ponen en peligro el futuro no solo de esta barriada, sino de toda la ciudad.
Hace falta presencia institucional real, inversión sostenida, políticas sociales valientes y programas que escuchen y empoderen a la comunidad. Hace falta también voluntad política y, sobre todo, humanidad. Porque no estamos hablando solo de estadísticas o informes técnicos, estamos hablando de vidas reales, de niños que podrían ser nuestros hijos, de madres que luchan cada día para que sus familias no se hundan.
La tormenta está en camino. Es el momento de actuar decididamente, antes de que sea demasiado tarde para lamentar lo que ya advertimos con demasiada claridad.
Abdelkamil Mohamed, Kamal, presidente de la asociación de vecinos de la barriada
¿Qué significa realmente querer justicia? A menudo son solo palabras vacías, sin una propuesta concreta.
¿Al final se trata siempre de lo mismo? Más dinero destinado a mantener a las personas, en este caso a los jóvenes, en empleos precarios o en cursos formativos que no conducen a nada tangible. Todo esto no es más que una ilusión: te doy dinero ahora, una ayuda que apenas permite subsistir. Creemos que tenemos algo porque lo gastamos rápidamente, y si lo gasto en Marruecos casi que peor por que no noto que el dinero es casi una limosna, es una ficción. La ayuda se acaba, ya que es solo un alivio temporal. Y volvemos al punto de partida.
El dinero y las ayudas temporales no pueden cambiar el hecho de haber nacido en una familia numerosa con 4, 5 o 6 hermanos. El círculo de pobreza persiste porque los patrones que se viven en casa y en el entorno se replican. Familias con altas tasas de natalidad, padres sin estudios… el resultado es que los hijos continúan atrapados en la misma realidad.
En lugares donde no hay trabajo, lo habitual es que la gente migre. Entonces, me pregunto: ¿qué hace que la mayoría de los jóvenes desempleados en barrios como El Príncipe no migren a la península o a algún país europeo? Sería lo lógico.
Resulta contraproducente insistir en pedir "JUSTICIA" cuando, en realidad, lo que se exige es una solución mágica que no existe. Una ciudad con una tasa de paro juvenil tan elevada no va a resolver su situación repartiendo ayudas económicas temporales. Está demostrado que este enfoque no funciona y que, en muchos casos, solo perpetúa el círculo de pobreza.
La solución es formarse y emigrar. Nada fuera de esto va a funcionar.
No empecemos con el victimismo y el siempre recurso fácil del victimismo, son demonios que disfrutan haciendo el mal en la barriada y unos padres que lo fomentan en vez de ejercer de padres y criar a sus hijos como el resto de ciudadanos de Ceuta, con valores y sacrificio.
Una urbanización " en toda regla". Desde los proyectos de edificaciones, luz, agua, zonas verdes, saneamiento, y como no, el civismo de sus vecinos
De educación , respeto y esfuerzo ya escribes otro día, nada nuevo bajo el sol... todo es por culpa de otros.
Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible.