Aunque parezca extraño, tendré que llamar a Iker Jiménez para resolver un misterio que acontece en el edificio de Correos sito en la Plaza de España.
En algunas ocasiones hay dos trabajadores en las 8 ventanillas habilitadas.
No se puede pagar con tarjeta en los envíos de Amazon e incluso cuentan los usuarios que no tienen cambio para hacer el pago.
En una ocasión, faltando cinco céntimos, no se pudo retirar el paquete. Lo mismo tienen que cuadrar las cuentas al céntimo y no está permitido el préstamo.
Hay una máquina de turnos pero he visto con estos ojos que Dios me ha dado que, cuando las ventanillas están vacías, el llamamiento no se hace en el momento y se puede ralentizar un tiempo.
No es una queja del servicio que funciona bien. Son esos detalles que llenan de misterio la casa de Correos que, con un personal mínimo, sacan adelante el trabajo.
La leyenda urbana cuenta que hubo una época en que el edificio funcionaba sin personal pues el espíritu de antiguos difuntos no han dejado de habitar el recinto y eso hace que el Estado y la empresa que gestiona mantengan las muchas ventanillas. “Los otros no saben que su alma vaga por los rincones y no encontraron la salida a la luz”.
Llamaré al niño del Sexto Sentido, que en ocasiones visualiza a muertos. Seguro que el programa de Cuarto Milenio tiene equipo para investigar el misterioso caso de la casa de Correos.
Dar las gracias a aquellos currantes que han vencido el miedo y comparten con espectros su jornada laboral llevando a gala un compañerismo más allá de la muerte.
Para que luego digan que en Ceuta nunca pasa nada.
El día menos pensado vemos a la mujer de la curva mandando un burofax.