Siete altercados a base de disparos perpetrados solo en cuestión de horas. Dos bandas encabezadas, según la Policía, por los apodados ‘Piolín’ y ‘Tayena’ enfrentadas como nunca había pasado hasta la fecha en Ceuta. Una hilera de detenciones y, de trasfondo, la compra de una vivienda en pleno corazón del Príncipe que fue entendida como una afrenta sin igual. Estos son algunos de los pasajes contenidos en la Operación Plomo, la etiqueta usada por la Policía Nacional para bautizar las investigaciones desarrolladas durante los pasados meses de abril y mayo, que llevaron a la movilización de efectivos de los GOES y UIP desplazados desde la Península para reforzar la plantilla de la Jefatura Superior.
Unas investigaciones que, hasta la fecha, han llevado a once personas a prisión preventiva por su presunta relación con tiroteos y casos de tentativas de homicidio acontecidas en esas jornadas de auténtica presión. Queda en el camino lo que más se está complicando: identificar y engrilletar a los individuos implicados en la muerte del menor Ibrahim Buselham de un disparo en la cabeza.
La Unidad de Drogas y Crimen Organizado -Udyco- vincula esta espiral de violencia registrada en la ciudad antes del asesinato de Ibrahim con el enfrentamiento por hacerse con el monopolio de las actividades ilícitas, poniendo especial atención en la mecha que hizo estallar ese grado de conflictividad hasta provocar situaciones que generaron una inseguridad sin igual recogida en las noches continuadas de disparos contra coches y viviendas, atemorizando especialmente a los vecinos del Príncipe y Los Rosales. “En el último mes el grado de conflictividad entre ambas organizaciones se había incrementado debido a la disputa que se estaba produciendo entre los líderes de ambas bandas”, recoge la Udyco en sus investigaciones a las que ha tenido acceso este periódico. Todo ello después del interés atribuido al llamado ‘Tayena’ por la compra de una vivienda que terminaría por convertirlo en vecino, puerta con puerta, de ‘Piolín’.
Mientras la Policía actuaba en la barriada un dron sobrevoló sobre los efectivos
Los enfrentamientos fueron a más con disparos, quemas masivas de contenedores y coches, advertencias en formas de pintadas... El asesinato de Ibrahim, cuando circulaba en una motocicleta que no era de su propiedad, marcaría un antes y un después en torno a lo que se vivió como una auténtica guerra con hasta siete episodios registrados por la Policía de manera oficial solo en horas.
En la noche del 21 de abril se llegan a recoger hasta 61 casquillos de munición de 9 milímetros parabellum en la zona del zoco y San Daniel. Comenzaba una noche de locura que continuaría durante toda la madrugada. Pasadas las dos, unos individuos dispararon contra la casa de la madre del ‘Tayena’. Lo hacen desde el interior del portal, llegando a penetrar varios proyectiles en el hogar atravesando la puerta y causando daños en muebles y espejos del salón. La afectada, que se encontraba rezando, llega a declarar que tuvo que ir a gatas para huir hasta su dormitorio evitando así ser alcanzada por los proyectiles. La Policía recogió varios casquillos pero en cuestión de minutos tuvo que marchar a una casa ubicada en la calle Norte en donde se estaban registrando disparos con empleos de armas cortas y un subfusil. Los sucesos se extendieron hasta las siete de la madrugada por Claudio Vázquez y Los Rosales en donde se produjeron disparos contra una vivienda y amenazas de muerte. En mitad de estos sucesos se llegan a producir más ataques con empleo de armamento contra gran cantidad de coches y motos estacionados en la vía pública, en unos momentos en los que las calles estaban siendo ocupadas por grupos de encapuchados armados cuya única función es sembrar el pánico.
"La Policía continúa con las investigaciones abiertas para dar con los implicados en el crimen de Ibrahim y localizar armamento"
Mientras se producían los disparos, un dron cuya procedencia no ha sido aclarada ni se supo quién lo manejaba, sobrevolaba por encima de los indicativos policiales.
En la tarde y noche del 22 de abril, solo 24 horas después de iniciarse esta escalada de violencia, dos personas que circulaban en un coche resultan alcanzadas por disparos efectuados desde una moto. Durante la persecución que agentes de la Policía llevaron a cabo para dar con los implicados, fueron encañonados, llegando a recoger en sus partes de incidencias que temieron porque efectivamente dispararon a los efectivos comisionados, existiendo una alarma clara.
Las investigaciones policiales siguen su curso con dos frentes abiertos que constituyen una auténtica obsesión: dar con los lugares que sirven de ocultación para las armas que aún no han sido intervenidas y poner a disposición de la justicia a los asesinos de un adolescente.
El subfusil UZI intervenido sin dueño arrestado
En esta oleada de actos vandálicos que pusieron en jaque a la Policía Nacional, destaca el decomiso de un subfusil UZI, modelo micro 9 milímetros parabellum, con dos cargadores municionados, dos cartuchos sin percutir y un teléfono. El CNP lo intervino en la madrugada del 25 de abril, sin dar con quien lo portaba ya que escapó por una de las azoteas. En la nota interna que se hizo de este servicio, del que la Jefatura Superior nunca quiso informar de manera oficial, se indicó que uno de los pistoleros buscados en las incursiones que de manera continuada hacían los GOES, la UPR y la UIP en el barrio del Príncipe, había logrado escapar tras esconderse en un cafetín del zoco y encontrar apoyo entre individuos que impidieron el acceso de los agentes para darle cobertura suficiente en su fuga. Por un boquete de la pared que comunicaba con otra infraestructura escapó, subiéndose a una azotea próxima por donde huyó sin ser alcanzado. En el camino se localizó el subfusil y la munición, procediendo a su traslado a las dependencias del Paseo de Colón y a su examen posterior por la Brigada de Policía Científica para conocer origen y uso.