"Es un despropósito", decía mi apreciado José Manuel Pérez Rivera. Ciertamente lo es. Lo ocurrido con la obra de Diego Segura, la famosa ola de la que seguro que más de uno guarda recuerdos en forma de fotografías, es un claro ejemplo de lo mal que se gestiona en esta ciudad todo lo relacionado con la cultura.
El Puerto se aferra a la inseguridad que suponía mantener esa estructura, y lo demuestra con fotografías e informes que verifican el serio peligro de desplome. Nadie, en su sano juicio, puede ir en contra de la garantía de la seguridad del ciudadano, pero sin duda, las formas no han sido las adecuadas.
La obra en sí está destrozada, por mucho que se indique que se intentará reutilizar lo que queda para trasladarlo a otro lado. Decir eso ya es una aberración a la cultura y una falta de respeto a su autor, Diego Segura.
Despropósito, como decía Pérez Rivera, es lo que ha pasado con la obra de Segura, pero despropósito también es el silencio, la indiferencia ante lo ocurrido. Esa sensación de pisotear los bienes que deberían estar protegidos o ser respetados se ha convertido en marca de Ceuta.
No se respetó ‘La Ola’, como siguen sin ser respetados los bienes patrimoniales que estamos perdiendo poco a poco como si a nadie importara.
Las administraciones son cómplices porque a pesar de saber lo que sucede han optado por mirar hacia otro lado cargándose parte de la historia local.
No sé qué pensará Diego del final de su obra, pero me sigue asombrando el nulo interés por la cultura que parece haberse erigido en bandera de este pueblo sin vergüenza alguna. Llegará el día en el que las máquinas se llevarán por delante el patrimonio y los políticos nos venderán, cual mercaderes, un taller de empleo para reconstruir lo destrozado. No es un pronóstico es la previa de la inmediata realidad que se avecina.
Ni se protege el patrimonio cultural, ni el natural.
Veremos algunas sorpresas cuando vea la luz el informe de las podas y talas del Puerto Deportivo en base a ésa coletilla de "por seguridad".