Lo que significa ser gay en Rusia fue motivo suficiente para que A.K. tomara la difícil determinación de dejar atrás todo para comenzar una nueva vida en España. Una oportunidad que está cada vez más cerca tras una reciente visita a Ceuta.
“No fue una decisión fácil. Mis amigos y familiares se han quedado en Rusia. Pero vivir ahí se ha vuelto casi imposible, en cualquier momento el Gobierno puede enviarte a prisión o a la guerra con Ucrania. Y ser gay en Rusia es doblemente peligroso”, asegura.
Lo había estado pensando durante un tiempo pero lo que terminó por convencerlo fue el inicio de la movilización en Rusia y el endurecimiento de la legislación contra la comunidad LGTBI+. “Ahora en Rusia puedes ir a prisión con solo decirle a alguien que eres gay. Solo después de mudarme a España me di cuenta de cuánto miedo, ansiedad y peligro me habían acompañado en Rusia. Tuve que ocultar constantemente mi orientación y soportar el acoso si alguien se enteraba de mi orientación”.
A.K. aterrizó en España el 20 de enero de este año. Su llegada fue por el aeropuerto de Barcelona tras haber abandonado su país natal un día antes.
Explica que salir del país es diferente para cada persona. “Solicité una visa, compré boletos y volé”, pero si bien ese proceso pudiera sonar simple, viene luego de tramitar un poder notarial de vender bienes inmuebles, de recopilar documentos y vender objetos personales. “Además de todo lo demás, es posible que no te permitan salir de Rusia sin ninguna explicación”.
A.K. lo logró. “Salí de Rusia con mi novio por las leyes, por la sociedad homofóbica y por la guerra en Ucrania”, insiste el joven que se trasladó luego a Valencia antes de su breve estancia en Ceuta. Las circunstancias lo trajeron a la ciudad, a donde llegó en barco el 28 de marzo y partió el 4 de mayo.
"Es más fácil obtener el estatus de refugiado"
Supo que en Ceuta, a diferencia de otros puntos de España, los trámites migratorios suelen ser más expeditos, ya que iniciando el proceso en la ciudad “es más fácil obtener el estatus de refugiado”. “Algunas provincias requieren de un permiso de residencia para ir a la Policía y no se puede obtener sin dinero. En algunos lugares obtener un registro policial es desastrosamente difícil, en otros después de la primera cita se programa una entrevista meses después y, a veces, un año y medio después, pero en Ceuta no es muy difícil conseguir cita”.
“Estoy muy agradecido con España y con Ceuta, por su defensa y por su ayuda”. Este joven ruso no tiene sino palabras de gratitud por el trato recibido hasta ahora, sobre todo porque siente haber tomado una buena decisión al venir a España, “que es un país muy LGBT-friendly, también tiene un gran clima y los precios no son los más altos en comparación con otros países de la UE”.
Sus primeros tres días en Ceuta estuvo en un hostal, pero luego tuvo que pedir refugio en el CETI ante un imprevisto. “Nadie me explicó por qué era necesario permanecer en Ceuta durante un mes después de la entrevista en la Policía”. Como no contaba con esa información antes de venir, desconocía que esto correspondía al que solicita protección internacional en Ceuta y tuvo que recurrir al centro del que tiene buenos y malos recuerdos.
Del CETI tiene buenos y malos recuerdos
Sobre su experiencia en el CETI dice que recibió mucha ayuda “alojamiento gratis, comida gratis tres veces al día, ropa, artículos de higiene personal, ayuda de abogados, sociales, médicos”. Asimismo, cuenta que pudo acceder a cursos gratuitos de español, además de la ayuda de un psicólogo.
Pero sobre lo malo señala que llegó a entender “un poco a esas personas que se oponen a la política de inmigración y refugiados”. Lo dice porque si bien se topó con “buenos muchachos en el campamento, que estaban aprendiendo español y respetando a otras personas”, cuenta que en todo este contexto también conoció “a quienes piensan que en España se les debe dar todo gratis”.
“Vi a muchos refugiados terribles en el CETI, que no respetaban a otros refugiados, a los trabajadores ni la ayuda que recibieron”. Según A.K., previo a algunas de las salidas hacia la Península, presenció “fiestas nocturnas muy ruidosas, a pesar de que las reglas del campamento establecen que debe haber silencio después de la medianoche e inmediatamente después de que estas personas se iban, el campamento parecía las calles de una película de apocalipsis zombie, ropa esparcida por todas partes y un montón de basura”. También habló de otros incidentes e incluso de robos.
A pesar de toda la gratitud que sentía, llegó a estar muy incómodo en el centro. Pero finalmente llegó el momento de su cita y pudo volver a Valencia. “Mi caso está siendo considerado ahora por el Gobierno español, tengo derecho a permanecer legalmente en España y es poco probable que necesite volver a Ceuta”. Ahora A.K. está a la espera la decisión sobre su expediente.
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