Que en Ceuta se anuncie el cierre de comercios, que otros materialicen con la colocación del cartel de ‘se vende’ su retirada y que haya quienes confiesen que no pasan por los mejores momentos económicos es malo. Muy malo. Porque además de perder establecimientos que dan movimiento y alegría a la economía local, también se producen despidos que dejan atrás familias que lo van a pasar mal. Hoy contamos el cierre y anuncio de cierre de varios negocios ubicados en pleno corazón de la ciudad, en el Paseo del Revellín. Negocios que dicen adiós asfixiados por la situación económica, que no han podido superar la segunda gran crisis: la del coronavirus, cuando todavía no se habían repuesto de la primera: la de la frontera. Y a pesar de las ayudas, que no dejan de ser meros parches, no pueden salir a flote porque no hay movimiento económico y porque el círculo que debe hacer mover el dinero por los canales internos está bloqueado. No son buenos tiempos para los comercios locales ni para los autónomos que los mantienen, no son buenos tiempos para una imagen de una Ceuta en la que su propio centro tiene colgados varios carteles de cierre o alquiler. Es una realidad triste que está ahí y que debe ser asumida y entendida con la gravedad que supone que empiecen a asomar estas heridas de muerte. Hay asuntos gravísimos a los que no se les da la importancia política y social que se debiera. Y uno de ellos es la sangría que está sufriendo el comercio, tambaleándose y viéndose incapaz de sostener puestos de trabajo.