La pandemia impidió la celebración de las procesiones de la Virgen del Carmen. Nos arrebató esta y otras tradiciones por salvaguardar la salud propia y la de todos. Las malas gestiones políticas nos arrebataron la capilla de la Almadraba, la sede de la Virgen del Carmen, obligando a los feligreses a tener que dejar este lugar histórico bajo la promesa de que habrá otro templo próximo en el espacio y en el tiempo. Mientras, la imagen del Carmen se encuentra en la Catedral. Allí se le venera y desde allí salió para volver a su rincón, al de los ceutíes, al que tanta nostalgia y cariño ha atesorado. Y Nuestra Virgen del Carmen, Nuestra en mayúsculas porque es la de todos, volvió a mirar su capilla, su templo, portada por quienes la veneran y arropada por todos los que acudieron a la barriada. Ya no podrá ser ese templo pero sí que debe haber uno próximo que reúna las condiciones y que constituya una realidad. La pandemia nos arrebató las procesiones, pero la mala gestión llevó a que se perdiera esta capilla.
Las promesas no se olvidan y ahora más que nunca cabe recordar que de inmediato debe empezar a desbloquearse cualquier acción que impida la puesta en marcha del proyecto para la nueva sede. Porque fue una promesa que no se puede olvidar y porque es una promesa que afecta a todos los ceutíes que se emocionan al ver esta procesión y que respetan el trabajo que desde el círculo de la propia Almadraba y su feligresía se lleva a cabo para que se puedan vivir estos momentos tan importantes, tan cargados de sentimiento y tan anhelados como los que se repiten cada 16 de julio.
Que no se olviden de cumplir. Es lo menos que se pide.